sábado, 27 de abril de 2013

Capitulo 10



El dolor fue tan intenso que mi vista se nublo por unos instantes. Escuché el grito de alguien pero no pude mirar mas que los ojos y la sonrisa perversa de mi hermana. Entonces todo ocurrió muy rápido, vi como alguien me alejaba de Carrie y me recostaba en el piso. En ese instante solo pude ver el cielo raso blanco y la luz amarilla mientras escuchaba los gritos molestos de Carrie y luego el sonido de un golpe tan extraño que sentí que tal vez mi hermana ya estaba muerta.

Silencio en la habitación.

Sabia que algo malo había pasado pero ni si quiera levante la mirada para ver, solo la bajé,  observé aun la daga incrustada hasta la empuñadora en mi vientre y la sangre discurriendo hasta chocar en el piso. Traté de tocar la herida pero mis brazos se sentían como plomos.

-      Debra no te muevas.- dijo Soren y pude ver su rostro por unos segundos, preocupado y temeroso, tapando la luz a la altura de mi cabeza.

Se alejó de mi para sacar cosas de la mochila, antídotos para el veneno tal vez. Pero entonces una duda llego a mi ¿Quién había hecho callar a Carrie? Levante ligeramente la cabeza y observé a mi hermana recostada en el suelo, completamente inconsciente y a Will, apoyado en la pared con un rostro desencajado por el horror. Me miró sorprendido y asustado a la vez. El no es el malo, el no puede ser el malo. El me ha salvado. Pensé una y otra vez mientras me iba. Cerré los ojos cansada y Will se acerco casi a gatas hasta donde estaba yo.

-      No te mueras, Debra. No lo hagas.- me ordenó con frialdad pero me tomó de la mano y acarició mi rostro haciendo que sintiera que a pesar de estar siendo duro conmigo también llegaba a preocuparse por mi. 

En ese instante sentí como Soren sacaba la daga de mi vientre. Ni si quiera pude gritar, el dolor fue tan abrumador que en ese mismo momento me desmaye sin poder hacer frente a todo el dolor.

No recuerdo lo que ocurrió con exactitud a veces abría los ojos y veía a mucha gente a mi alrededor pero no podía reconocer sus rostros, eran oscuros y siniestros. Luego trataba de gritar y nuevamente la oscuridad me engullía. En mis momentos de conciencia llamaba a Adamis pero al igual que yo parecía estar perdida en la oscuridad porque estaba completamente ausente.

-        Regresa, por favor, regresa.- susurraba alguien y me incitaba a salir de la oscuridad.
-        ¿Soren? ¿Will? – pregunté pero estaba segura que nada se escuchó.

Me obligué a abrir los ojos, sentí como poco a poco mi mente recobraba el control de mi cuerpo y como ya no sentía el cuerpo muerto ni los brazos como plomos. Abrí los ojos de golpe y la luz que entraba por una ventana me obligó a cerrarlos de golpe.

-          Debra.- susurró Soren y sentí como acariciaba mi mano, haciendo pequeño circulitos en ella.

Abrí nuevamente los ojos y lo primero que vi fueron los suyos de color caramelo. Me sonrió ampliamente, me acaricio la mejilla y sin ni siquiera pensarlo mucho me besó en los labios.

¿Me beso en los labios?

Mi rostro demostró la estupefacción que sentía a pesar de que el beso había sido cálido y había llegado a gustarme. Esto era completamente inesperado. Soren se alejó de mi para estudiarme con la mirada y lo único que pude hacer fue sonreírle tímidamente, me sonrió igual y volvió a besarme, esta vez con más ganas y vehemencia tanta que me dejó sin aliento. Me alejé bruscamente y tome una gran bocanada de aire, aun echada en la cama.

-        Perdón.- se excusó, negué con la cabeza completamente avergonzada y sin poder ver sus ojos. ¿qué demonios pasaba?. Adamis. – llamé dentro de mi cabeza pero no respondió. Adamis.- volví a llamar y el pánico comenzó a apoderarse de mi.

Levanté la mirada asustada y vi los ojos inexpresivos de Soren, luego bajé rápidamente la mirada para ver mi  anillo pero Soren impidió que la viera. Me la tapo con ambas manos y me apretó protectoramente. Su contacto hizo que una extraña sensación de dolor recorriera mi cuerpo. Lo mire sorprendida.

-      Muchas cosas han cambiado Debra.- susurró.

Fue en ese instante que sentí su aroma ahora, ligeramente acido y pude ver toda la estancia. Paredes de piedra gris, un cuarto pequeño con una ventana con rejas que dejaba pasar la  luz.. Solo había una cama, un pequeño velador y la silla donde estaba sentado Soren. Yo tenia puesto un camisón blanco ancho y el estaba vestido con unos jeans y un polo blanco. ¿Dónde estoy?

-        Adamis…-susurré sin fuerzas, sentía como mi cabeza comenzaba a dar vueltas. Hace mucho tiempo que no había consumido nada y ya sentía los estragos.
-        Primero tienes que consumir, luego te diré todo.- habló y yo asentí con la cabeza.

El se acercó a mis labios sin aun soltar mi mano. Con la mano libre le acaricie el rostro y succione ligeramente. Sentí como una pequeñísima parte de su esencia llegaba a mi como un aliento agridulce y hacía que cada parte de mi cuerpo estuviera con más vitalidad que antes. Soren me sonrió y yo hice lo mismo.

Hipócrita

Sabia que algo andaba mal, lo sentía pero algo dentro de mi, me obligaba a seguirle la corriente. Era como si ya dentro de mi cabeza hubiese un plan formulado que solo esperaba para ser encontrado.  Soren se alejó de mi y suspiró, ahora parecía un poco cansado.

-        Carrie te había hecho mucho daño, yo no podía ayudarte, no sabia que hacer, estaba desesperado, no parabas de sangrar y no te movías. William…- mi corazón comenzó a revolotear cuando escuche su nombre pero al ver endurecerse la mirada de Soren, me calme. – bueno el tuvo una idea.- Continuó. En ese instante el pánico  se apodero de mi.
-        ¿El esta bien?  - pregunté y el asintió con la cabeza solo una vez.
-        Debra. Yo no sabia como regresar con Akom, eras la única que conocía ese lugar y William tampoco sabia como, así que…así que nos trajo aquí y fue Victoria quien te salvó.

En ese momento sentí como todo mi cuerpo se contraía de rabia. ¡NO! Escuché una voz fuerte dentro de mi. No era yo pero tampoco podía ser Adamis, la voz provenía de mi, como si estuviera fusionada a mi. Trague saliva, completamente tensa y sin saber que decir aún, a pesar de toda la rabia que recorría mi cuerpo. Estaba confundida.

-          Por alguna extraña razón tu cuerpo se resistía a recibir su ayuda.

Nos estaba condenando. Escuché nuevamente esa voz y supe al fin que era ella, no estaba sola y tampoco loca, era Adamis. Me alivié a pesar del odio y miedo que sentía.

-          Tratamos de quitarte el anillo para meterlo dentro de ese collar, como se hace- con los eteres.- lo mire asustada. – Era lo único que podíamos hacer, te estabas muriendo desangrada…Yo no podía perderte y entonces.. ocurrió algo…algo raro. – hablaba lleno de confusión, sin poder creer todavía lo que había ocurrido.
-          ¿Qué? – pregunté y él suspiró.
-          Debra, tu anillo se cayó solo, creo que Adamis te abandonó.- dijo con el seño fruncido.

Por su expresión pude entender que el en verdad creía eso pero yo no, yo sabia que ella me había protegido de otra manera aun mejor. Se había fusionado a mi de alguna manera. Si, si Debra. Dijo rápidamente con más fuerzas.  Soren sacó el anillo de su bolsillo y lo puso en el pequeño velador.

-        Victoria lo probó, ya no sirve y pensé que…pensé que lo querrías. – asentí con la cabeza.
-        Sabes, tal vez fue mejor, digo…sufría mucho- dije tratando de aparentar dolor. El asintió con la cabeza y me abrazó con fuerza. En ese instante sentí la presión de algo punzante entre nuestros pechos.  Me alejé de el otra vez.  
-        Victoria tuvo que ponerte este collar.

Soren levantó cuidadosamente el collar morado que tenia dentro de el un minúsculo anillo y que ahora se recostaba en mi pecho. Lo sentí familiar. Sabia de quien era y eso me hizo sentir nauseas. Cerré los ojos horrorizada, tratando de calmar todos los sentimientos que venían a flote.

Fuerte. Tengo que ser fuerte.

-        Carrie murió.- susurré. El algo sorprendido solo pudo asentir con la cabeza. – era de ella…- susurré para mi mientras tomaba el collar entre mis manos y me lo quitaba del cuello con rabia. – no quiero tenerlo cerca. -  Hablé y me recosté en la cama, entregándoselo rápidamente y mirando hacia el lado de la pared.

Suspire con fuerza.  Se ha ido. Tenia tantas ganas de llorar por mi hermana pero las lagrimas nunca más llegarían a mi y eso me frustraba. Grite de rabia y di un golpe a la pared con la palma de mi mano. Pasaron segundos, minutos, en realidad no lo se. Al tranquilizarme suspire nuevamente y deje caer mi mano a un costado, completamente cansada de nuevo.

-          Si no lo tienes…
-          Moriré.- dije con frialdad, sabia que no lo haría, Adamis me mantendría viva. Tal vez ni si quiera ese collar me hacia efecto pero aun así no quería tenerlo cerca– se que tengo que mantenerlo a una determinada distancia y mientras este aquí, puede estar debajo de mi cama o algo así pero no quiero verlo. Por favor.- susurre y giré para verlo al rostro ya que el silencio se prolongo más de lo debido.

El me miró algo confundido, contrariado más que todo. Entendía esa mirada y así como así el plan se formo dentro de mi cabeza. No sabia bien lo que estaba pasando pero de algo estaba muy segura. Mataría a Victoria.

-      ¿Crees que escaparé? – pregunté con el seño fruncido y me obligué a ponerme frente a el.  Le tomé las manos a pesar de sentir el frio contacto del collar en una de ellas y lo miré a los ojos mientras dejaba colgar mis piernas de la cama y estas chocaban con sus pantalones. Me acerqué mas hasta chocar con sus rodillas. – ¿después de todo, realmente crees que te dejare? – pregunté.

 Mi corazón decía que si pero mi cerebro hacia que me mantuviera completamente serena. Por unos segundos vaciló y supe que si no hacia nada lo perdería. Tomé su rostro con ambas manos y me acerqué más a el.

-      Estoy contigo y no me iré sin ti. - Sus ojos se encontraron con los míos, aun contrariados. Podía sentir que era el Soren que conocía pero también sentía que algo había cambiado dentro de el, irreparablemente.  
-      ¿No te importa lo que vaya a hacer ahora? Porque he decidido quedarme y no haras nada para…- negué rápidamente con la cabeza.
-      Soren mira lo que soy.- dije con frialdad y vi el collar que aun tenia en su mano derecha.– No puedo regresar con ellos, no pertenezco ahí.

Soren asintió con la cabeza y me sonrió ligeramente pero esa sonrisa no llegó hasta sus ojos. El miedo se apoderó de mi.

-      ¿Kaia? – pregunté tratando de parecer indiferente
-      Esta bien. En una habitación como esta pero segura.- asentí con la cabeza.
-      Victoria…-
-      Creo que quiere matarla pero mis condiciones son claras, estaré aquí y seré su aprendiz mientras no se meta con mi hermana. – asentí con la cabeza. Gracias al cielo aun tenia cordura. – además creo que me tiene miedo…
-      ¿Miedo? 

Sonrió y esta vez su sonrisa fue más perversa. Levanto la mano y me mostro la pulsera. Mierda. Es invencible. Sonreí de igual manera pero sintiendo nervios dentro de mi. ¿Cómo demonios haría para sacársela y así poder matar a Victoria? Porque estaba segura que esa era la única forma de derrotar a esa mujer. Paciencia. Susurró Adamis.

Soren dejo el collar en el velador y tomó mi rostro entre sus manos. No le tenia miedo a pesar de saber que dentro de el podía estar germinándose el ser más despreciable de la tierra. Extrañamente para mi seguía siendo el Soren de antes, el que siempre intentó protegerme. No todos tienen salvación, Debra. Dijo con frialdad Adamis. Lo sabia pero aun me reusaba a acatar la orden que me había encomendado Akom. Primero su hermana.

-        ¿Te pasa algo? – Preguntó él aun con las manos mi rostro. Negué con la cabeza y lo único que pude hacer fue abrazarlo.
-        Todo esto esta pasando…muy rápido.- le dije sin soltarlo.
-        ¿Te refieres a lo nuestro? – preguntó en casi un susurro. Y reí sin poder evitarlo, una risa franca. Me alejé de el algo más animada a pesar de todo.
-        Claro que no, bobo. Esto es una de las mejores cosas que han sucedido.- hablé y le di un beso.

Mentira. Estaba confundida, tanto que solo quería alejarme de el y hacerme un ovillo en la cama pero sabia que las circunstancias ahora eran otras. Mas que cualquier cosa, quería matar a Victoria, hacer que sufriera como me hizo sufrir a mi al tener a mi hermana y a Will como sus perros falderos. Quería que todo esto terminara pronto pero para eso lo mejor seria tener de mi lado a alguien con tanto estatus como Soren.

Al separarme de el, me sonrió ligeramente y se levanto de la silla, segundos después lanzó el collar debajo de mi cama y me mostró las manos vacías.

-      Victoria dijo que tendrías dudas ¿quieres que traiga a alguien para conversar sobre esto? – preguntó y yo asentí rápidamente con la cabeza. Tenia que ser convincente, parecer de verdad una Eter pero no tenia ni idea de cómo hacerlo.
-      ¿William? – pregunté un poco tímida. El sonrió ligeramente.
-      Lo suponía. Vendrá más tarde, descansa Debra.

Me dio un beso en la frente antes de salir y se fue sin más. Me eché en la cama y esperé a que el sueño viniera para hablar plácidamente con Adamis pero simplemente no podía conciliar el sueño. 

-      Adamis. – susurre en mi cabeza después de un rato.
-      Estoy aquí.
-      ¿Puedes decirme, que paso?
-      Te morías y no podía mover tu cuerpo por el estúpido veneno que tenias en la sangre. Estaba desesperado porque escuchaba los planes de Soren y Will. Créeme cuando te digo, que tuvieron opción de llevarte con Akom pero ni si quiera se lo plantearon de verdad. Así que fui yo quien busco a Akom.
-      ¿Cómo?
-      Grite una y otra vez su nombre. Sentía que todo ya estaba perdido porque Victoria ya nos tenia y fue entonces cuando el apareció en la oscuridad…hizo lo imposible con nosotras.
-      ¿Qué?
-      Me transmutó a tu cuerpo. Soy parte de ti ahora y si tu mueres.
-      Tu también mueres.- hablé y sentí su afirmación casi contenta.
-      ¿Estas feliz?
-      Más que feliz, Debra. No sabes como se siente, ya no ser inmortal. – no dije más porque sabia que sentía alivio al saber que no viviría mucho tiempo después de que Akom muriera.
-      Por cierto, aun no ha muerto.- dijo leyendo mis pensamientos. Tendría que acostumbrarme a esto. – pero falta poco…- el dolor se hizo palpable en su voz y lo sentí como propio.
-      Lo lamento.- susurré.
-      Yo igual. Hay algo más…el me dijo…el me dijo como rescatar a Will.
-      ¿Qué? – pregunte en voz alta
-      ¿Qué de que? – Preguntó William al entrar a mi habitación. Lo mire estupefacta.

¿Cuánto tiempo había pasado?

Su cabello estaba alborotado como siempre, vestía un traje blanco, casual y sus ojos tenían grandes ojeras. Parecía muy cansado pero también pude notar algo que hace mucho no veía en el, alivio. 

-      Will. – hablé y le sonreí algo nerviosa pero luego mis recuerdos hicieron que mi sonrisa se borrara. Cerró la puerta tras de si y se apoyó en ella sin decir nada. Me apoyé en el espaldar de la cama y lo observé tratando de tranquilizarme.
-      Le dije a Soren que no debía de venir. Se lo dije.- habló más para el que para mi. Lo noté menos tenso, como si fuera el antiguo Will y no un Eter controlado por un demonio. 
-      ¿Por qué ahora pareces más tu? – pregunte sin más, el suspiro.
-      Dentro de estas paredes no hay necesitad de que Victoria nos controle, los demonios dentro del collar se tranquilizan. – abrí los ojos como platos y sonreí. Eso ayudaría bastante, actuaria como yo misma y no como nadie más, el problema seria afuera.
-      Vaya ¿y cómo es? – pregunté porque no sabia que más hacer, no sabia si abrazarlo y decirle que todo estaría bien o simplemente, guardarme el secreto hasta… ¡no! No hay que esperar más, mi hermana murió por esperar.
-      ¿De verdad quieres preguntar eso? – lo mire confundida y entendí su mirada de dolor.
-      No quiero hablar de cómo mataste a mi hermana, si eso es lo que te preguntas. Preferiría hablar sobre….
-      Perdón. Te hizo daño y yo solo…perdon – dijo cortante -  Yo solo estaba aquí por ella. Era claro, tenia que cuidarla.
-      Por que la amabas, lo se. – dije con frialdad y sin poder mirarlo. Pero era una completa contradicción. ¿Por qué matar a alguien que amas?
-      No. Yo te amaba a ti.

Amaba. Esa palabra dolió mas de lo que debía doler.

-      No quiero saber mas William.
-      No. Tienes que saber, tienes que entender que no me suicide por que quería protegerla. Porque estúpidamente creí que podía salvarla y luego llegar a ti. Porque me dijiste que esperara y así lo hice.- hablo.

Me quede en silencio sin poder decir ni una sola palabra. El me había esperado, de verdad lo había hecho. Mi corazón comenzó a palpitar sin control y sin entenderlo bien, comencé a caminar hacia el. Tenemos un plan. Susurró Adamis pero ni si quiera le hice caso. Solo un minuto. Pensé y me acerqué a el. Sentía mis pies pesados y como la estancia se hacia mas y mas larga pero aun así camine. Uno, dos, uno, dos. Llegue hasta el y le acaricié el rostro débilmente. Sus ojos se cerraron, como si doliera el contacto, me aleje pensando que le hacia daño pero el tomó mi mano y la ajusto contra su rostro. Me agarró de la cintura con su mano libre y me acercó a el, hasta que nuestros cuerpos se pegaron completamente y nuestros labios estuvieron a centímetros distancia. Era mi Will y a pesar de eso, las palabras: yo te amaba. Resonaron dentro de mi, haciendo que mi mano cayera a mi costado.

-      Dijiste que amabas, tiempo pasado.- susurré.
-      Ahora no puedo hacerlo, esta cosa me lo impide pero si…pero si pudiera.
-      Si pudieras elegirías a Carrie.- dije con casi dolor.

Mi hermana estaba muerta, ¡muerta! Pero aun así solo pensaba en el estúpido día que ellos dos se besaron en la cocina.  El suspiró e hizo que me alejara. Se sentó al borde de mi cama y se agarró el rostro con las manos mientras apoyaba sus codos en las piernas.

-      Ella sabia de Alexander. – hizo una mueca.- Alaric. – corrigió. - No se como lo averiguó, tal vez por las fotos o por mi hermano mayor, no se pero comenzó a molestarme y presionarme con eso ya muchos días atrás, simplemente ese día yo…yo exploté y la empujé. – habló casi con vergüenza.
-      ¿Qué? – pregunté confundida y me senté a su costado. Mírame pensé y después de segundos el levanto la mirada y me encontré con sus ojos azules.
-      Tu hermana no me caía para nada pero yo…yo estaba enamorado de ti así que la soportaba. Sin embargo, el tema de Alexander era muy personal, ella se excedió, ni si quiera tu lo sabias. Te juro que no pensé y la empuje con fuerza. Ella solo sonrió, se limpió la boca con los dedos y dejo que se corriera su labial y se despeino un poco. Yo estaba en shock, ni si quiera le pude decir nada. Creí que saldría gritando que había tratado de abusarla o algo así pero solo regresó a la mesa y dejo que tu imaginación corriera.
-      ¿Por qué no dijiste nada?
-      Porque tenia vergüenza – dijo en voz alta- creí que si sabías, pensarías  que era igual a tu padre y no quería que me temieras, eras muy importante. – sin poder evitarlo tomé su mano con fuerza. 
-      Todo esta bien. – dije y mi voz sonó mas fría de lo que quería que sonase.
-      Nada es lo que debería ser. Nosotros deberíamos de estar ahorita en nuestro ultimo año de secundaria, postulando a las mismas universidades, teniendo nuestra primera vez tranquilos pero esto…
-      Esto no es lo que debería ser.- concluí. Will asintió con la cabeza. - Puedo ayudarte. – las palabras salieron sin ni si quiera meditarlo. Will me miró algo aturdido. – yo…yo te dije que encontraría una forma, o bueno espero…espero haberte dado a entender eso.- el asintió con la cabeza.
-      Espera…- dijo antes de que pudiera hablar mas. Agarró su collar y se lo quito de encima. Lo lanzó debajo de mi cama, donde estaba el de Carrie. - A veces si están cerca de ti, escuchan. – asentí con la cabeza. ¿podía confiar en el?

Mierda, que diablos, no podemos hacer esto solas. Dijo Adamis. Ya nos dimos cuenta de eso, Pensé. En ese momento me comenzó a lanzar toda la información que tenia sobre como curarlo. Una serie de palabras extrañas en un idioma extraño. En mi mente apareció el dibujo de un ritual que solo una persona podía hacer. Un pentagrama hecho con sangre.

-      Kaia- susurré. – para ayudarte…
-      Ayudarnos – corrigió y yo asentí rápidamente.
-      Necesitamos verla. – dije con convicción.
-      Pero, ni ella ni tu pueden salir de sus instalaciones. No por ahora o sin que estén con Soren. – Al decirlo hizo una mueca de desagrado.
-      No… el no puede saber nada de esto.
-      Entonces…

Vi el velador pequeño y tome el anillo inerte en el que había vivido Adamis.

-      Toma- dije entregándoselo. – dáselo a Kaia y dile que cree otro. – Will me miró confundido.- Lo entenderá.

El silencio reino entre nosotros. Will acaricio mi mejilla y me dio un beso ligero en la sien.
Nuestros ojos se encontraron por unos segundos y el sonrió con algo de melancolía.

-      Regresaré pronto



A.S que bueno que te gusto el capitulo y si todos son gemelos, uno bueno y otro malo y  la mayoría de los Isigos se comunica asi. Los Eteros en cambio no pueden,  el collar que tiene prisionero al anillo les controla en vez de comunicarse con ellos.  Mmmm que mas, a si aun no puedes saber como entro Adamis dentro del anillo pero pronto lo sabrás :). Gracias por comentar y espero que este capitulo también te guste.

Celeste que bueno que regresaste. La pulsera es como un escudo, quien la tiene no puede ser herido por eso en estos momentos Soren es invencible por así decirlo.  ¡Espero que comentes pronto! Saludos.

Lu.

Pdt: Se que me estoy tardando en publicar pero es porque no hay lectoras, cuando vea comentarios, publico.