sábado, 13 de julio de 2013

Epílogo


El viento gélido soplaba con fuerza haciendo que el cabello de Soren comenzara a revolotear.  En ese instante se sintió vivo. Había logrado acabar con la vida de la única mujer que podía evitar lo que el quería hacer y lo mejor de todo es que había sido tan fácil como un juego de niños. La información que había recolectado leyendo, le hacían ser más fuerte, ahora sabia de lo que era capas de hacer y ya no le daba miedo ser diferente, solo había alguien que le hacia sentir débil y era Debra. Sus ojos, su boca, su sonrisa. Ella era su debilidad. Resopló frustrado, tal vez hubiese sido más sensato dejar que estuviera junto a él.  No, eso habría sido un error, estaba seguro que ella hubiera intentado por todas las formas posibles que el recapacitara y que su plan no se cumpliera pero él estaba decidido y no podía dar vuelta atrás.  Abrió la puerta de metal que para su sorpresa aun seguía en pie y entró.

-      Busquen. – habló mientras les hacia oler el collar Crisha de uno de los Eteros que había matado, los perros comenzaron a olfatear por todos lados. 

No tardaron mucho en encontrar una puerta secreta. Unas gradas en caracol lo condujeron pisos abajo. Caminó rápidamente, ansioso por ver el tesoro de Victoria. Cuando pisó el ultimo escalón tuvo que quedarse quieto por unos segundos, lo que veían sus ojos era sorprendente. Lo primero que llamó su atención fueron la cantidad de Crishas que Victoria había creado, había casi 200 allí, lo segundo fueron los anillos en un recipiente dorado, tantos que se podían ver desde allí. Sintió vida en ellos, vidas que serian utilizadas para su plan. Sin poder evitarlo sonrió con malicia y siguió buscando hasta que la encontró. Aquel día, en Gótica el había visto como un hombre blandía una espada, tan fácil que estuvo a punto de derrotar al Rey Idei, gracias a los libros comprendió que eso era solo posible si portabas un arma letal, creada por un demonio original que metía parte de su esencia dentro del arma. La única demonio que había podido crear esa espada era su madre, Lilith y no había creado solo una, sino dos. Soren se acerco hasta tocar la espada, estaba puesta en una mesa de piedra larga, tapada aun con telas como si tuviera que protegerse de algo.

-        Ahora estas conmigo.- dijo sacándola de las mantas. – y me ayudaras a destruirlos a todos.- habló con firmeza mientras sus perros comenzaban a gruñir.
-        Primero tendrás que decirme que es lo que quieres hacer.- habló una voz femenina que le erizó la piel.
-        Tu estabas muerta… ¿cómo…? – preguntó Soren con sorpresa. La muchacha sonrió mientras salía de entre las sombras.

A pesar de ser la gemela de Debra, era completamente diferente a ella, principalmente por la mirada malvada y esa horrible cicatriz entre las cejas.

-        No creerás que un simple golpe me mató ¿verdad? los Eteros no mueren fácil.- habló con una mirada perversa aun en la cara.
-        Victoria.- dijo Soren con algo de odio en su voz. Esa mujer perversa, ¿qué otros secretos habría estado guardando? Carrie asintió con la cabeza.
-        Y bien, dime  ¿qué es en lo que puedo servirte? – preguntó la muchacha y él lo comprendió todo. Las sonrisas de ambos se ensancharon. Victoria había revivido por segunda vez a Carrie pero ya no era una Etero, era algo mucho más poderoso y estaba a su cargo ahora.



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Hola chicas, si quieren que publique el segundo libro tendré que ver comentarios si?

Saludos,

Lu B.



domingo, 7 de julio de 2013

Capitulo 12


Termine clases! Y aquí estoy, lista para que lean el ultimo capitulo de esta temporada.
Tengo que admitir que The second chance me ha costado escribirla, por alguna razón los personajes a veces me hacían pensar demasiado, muchas veces me parecieron tan confusos que tenia que cranearla para saber lo que iban a hacer y como iban a actuar. Bueno, aquí esta el ultimo capitulo de esta primera parte. Espero que les agrade y que se animen a leer la segunda parte. Por cierto, estoy escribiendo una segunda historia llamada SHIA 42, esta en mi otro blog, pasen a verla, les gustara. Un brazo inmenso a todas. Prometo contestar sus comentarios pronto :). Las extrañe, espero publicar mas seguido en vacaciones.

Luciana B.



Capitulo 12


¿Cuándo es demasiado tarde para darte cuenta que estas cayendo en tu propia red de mentiras? Que al final de todo, eres tan débil ¿qué sucumbes antes él? Habían pasado cinco días ya y la relación con Soren iba consumiéndome por dentro, la sensación de sentir sus labios sobre los míos se había convertido en una droga para mi. Sentía que lo necesitaba, pero era completamente diferente a lo que un día había llegado a sentir por Will, en esta relación había más deseo que amor.  El me hacia sentir diferente, sus manos me hacían sentir viva, sus labios me hacían sentir protegida y sus palabras…querida. Cuando el estaba junto a mi, era el Soren que un día me salvo, el chico dulce que olía a caramelo. ¿Cuánto tiempo más podía seguir manipulándolo? ¿Cuánto? ¿Hasta que se diera cuenta o yo sucumbiera hasta el?

Esa mañana Soren vino muy temprano. Se subió a mi cama como un felino sigiloso y me beso sin más. Al principio un beso ligero de buenos días pero después un beso que me dejó sin aliento. Quito las mantas que nos separaban, nuestras piernas se entrelazaron mientras mis manos recorrían su cabellera, su cuello y su espalda. Lo necesitaba…. Realmente no entendía como había logrado colarse tan rápido dentro de mi, haciendo que el fuera lo único en que pensaba durante horas, me quitaba la razón y la cordura pero allí estaba yo, olvidando todo por sentir lo que el me hacia sentir. Estaba tan perdida en sus labios que no me di cuenta que alguien había entrado en la habitación hasta que ya fue muy tarde. William se aclaro la garganta secamente haciendo que Soren se moviera a un costado y se apoyara en uno de sus codos. Tragué y miré a William en silencio, llena de vergüenza. ¿Qué pensaría ahora él de mi?

-       ¿Qué pasa? – preguntó toscamente Soren, notablemente molesto. William lanzó un bufido.
-       Victoria a llegado, pide verte. – dijo con frialdad y a penas lo hizo el cuerpo de Soren se tensó. Se paró rápidamente de la cama.
-       Pensé que vendría en una semana más.- dijo tratando de aparentar tranquilidad. William asintió con la cabeza.
-       Yo también lo creí.- contestó con algo de tristeza en la voz. Ambos me miraron. Soren se acerco y me dio un beso en la frente.
-       Nos vemos más tarde Deb.- susurró y me beso nuevamente, esta vez en la comisura de los labios.

Sin poder evitarlo toque mis labios en silencio. Parecía preocupado al igual que William.
Soren salió rápidamente, Will en cambio, se quedo un momento más, cerro la puerta y se apoyó en ella.

-       Kaia ya lo termino, tienes que irte hoy.- dijo en un susurro rápidamente. Fruncí el seño mientras sentía como Adamis tomaba el control de la situación al sentir que yo aun estaba avergonzada.

Y es que lo cierto era que aun parte de mi tenia ganas de darle muchas explicación, de contarle todo lo que pasaba con Soren, de decirle que era una mentira pero no podía. No podía porque ya no sabia lo que esto era.

-       Tenemos- dije rápidamente y salí de la cama. Di unos cuantos pasos mas hacia el. Will negó con la cabeza.
-       Al lugar que van, yo no puedo entrar.- dijo refiriéndose a la fortaleza de los Isigos, un lugar que solo ellos  pueden pisar.
-       Si puedes…- susurré y me acerqué mas a el.- puedo hacer que te conviertas en un Isigo pero necesito que hagas algo antes por mi.- las palabras provenían de mi pero la que hablaba era Adamis. Yo jamás hubiera podido hablarle así después de lo que acababa de ver. Una idea borrosa apareció por mi mente.
-       ¿Qué? – preguntó William.
-       Primero tienes que decirle a Kaia que haga un pentagrama y….William, necesitaremos tiempo para que  Kaia pueda transformarte. Yo me encargare de Soren pero necesito que tu generes una distracción para que Victoria y los demás estén pendientes de otra cosa mientras Kaia hace lo suyo– El asintió con la cabeza y abrió la puerta.
-       Debra, yo…- susurró mi nombre recordándome lo que era antes, mi Will. Lo mire en silencio. Su mirada demostró que quería decirme algo más y sin embargo se contuvo- ten y buena suerte.- se limitó a decir y me entregó el anillo transportador, aquel que antes había servido de hogar para Adamis. Asentí.- vendré por ti en 4 horas. Es lo único que tenemos antes de que Victoria decida verte.
-       Esta bien. – dije pensando por unos segundos que era probable que jamás sabría lo que quería decirme de verdad.

Apenas salió me aliste y comencé a formular el plan en mi cabeza y repasarlo una y otra vez. Recite las palabras del conjuro que Adamis había memorizado del libro de Akom hace ya muchos años para que un Etero se convirtiera en un Isigo. Comprendí en ese momento por los recuerdos borrosos que tenia, que ella había tratado de salvar a otro Eter. ¿Qué paso?  Le pregunte dentro de mi. No quieres saberlo. Fue lo único que respondió.  El cuerpo se me escarapelo de miedo y trate de quitar esos recuerdos borrosos de mi cabeza y me guardé el anillo en uno de los bolsillo de mi chaqueta, allí donde también estaba el collar de Carrie.

Pasaron 3 horas y Soren apareció. Nervioso y algo acalorado. Nos miramos por unos segundos en silencio. No entendía su mirada, tenia muchos sentimientos encontrados en ella, rabia miedo, confusión.  Por un instante sentí que había descubierto todo.

-       ¿Qué pasa? – pregunté aparentando ingenuidad. Soren se mordió el labio.
-       Victoria quiere que hoy mismo salgas. – mi cuerpo se tensó.
-       Pero quedamos en que no saldría, no quiero que el collar tome control sobre mi.- hablé. El asintió con la cabeza y me abrazó con fuerza.
-       Yo tampoco quiero, es lo menos que quiero. Me aterra pensar que después no serás la misma, que ya no serás mía…- susurró a mi oído. Me alejé ligeramente de el y lo mire a los ojos caramelo. Inhalé una vez más su aroma, acido ahora. Me di cuenta que podía ayudar a todos los que me importaban menos a el, por más que lo intentara. Puse mis manos en sus mejillas y lo acerque más a mi. Quería decirle la verdad.
-       Soren…- hable rosando sus labios y con el dolor que me embargaba, me contuve – siempre seré tuya.- concluí y supe lo que tenia que hacer.

Lo bese con vehemencia, lo lance a la cama y me subí encima suyo. Lo seguí besando, como si la vida se me fuera en ello, sentí como sus manos se introducían dentro de mi ropa y rosaban mi piel desnuda, haciendo que el cuerpo se me erizara de placer, gemí y… lo hice. Succioné y sentí como todo mi cuerpo se revitalizaba con su esencia. Abrí los ojos y mire los suyos, inyectados en pasión hasta que volví a succionar, una calda mas profunda, mas agresiva. Sentí como sus manos dejaban de tener fuerza y como comenzaba a inquietarse entonces rápidamente succione una vez mas y esta vez los ojos de Soren se serraron y sus manos cayeron a los costados. Estaba inconsciente. Rápidamente me separe de el y arremangue sus mangas. En su mano derecha llevaba la pulsera de la victoria. La necesitamos. Habló Adamis y sin ni siquiera pensarlo se la arranque rápidamente. Su cuerpo se resistió pero ya era demasiado tarde, luego vi su anillo transportador, aquel que nos había salvado unas cuantas veces y no fui capas de quitárselo. Hazlo. Dijo Adamis. Negué con la cabeza y me guarde el brazalete en el bolsillo, toqué el collar de Carrie, tibio al tacto aun me repugnaba. Lo saque rápidamente y lo deje al costado de Soren. Eso no podía ir conmigo. Tienes que…insistió Adamis y después de minutos se lo quite. Me puse el anillo que Kaia me había hecho en el dedo anular y guarde el de Soren en el bolsillo. Estaba lista.
No se exactamente cuanto tiempo paso pero al escuchar las explosiones supe que nuestro tiempo comenzaba a correr. El suelo retumbo con fuerza un par de veces. ¿Pero que demonios estaba haciendo Will? Minutos después entró a mi habitación, llenó de polvo, completamente agitado y con los ojos bien abiertos.

-       ¡Tenemos que irnos ya!- dijo y se me acerco.

Ni si quiera presto atención al cuerpo inconsciente de Soren. Tomó mi mano y en vez de sacarme por la puerta, giró el anillo transportador. Aparecimos en una habitación muy similar a la mía. Kaia estaba sentada en la cama y a penas nos vio salto a abrazarme.

-       Estaba preocupada.- dijo la muchacha. Estaba mucho mas flaca de lo normal y realmente muy deteriorada.
-       Me alegra que estés viva.- dije y saque rápidamente el brazalete de mi bolsillo.- a penas conviertas a William, necesito que te pongas esto.- hablé. Ella asintió y se lo guardo en uno de sus bolsillos.
-       Will, mueve la cama y traba la puerta- dijo con tranquilidad mientras otra explosión se hacia escuchar. Rápidamente ambos movimos la cama y vimos debajo de ella un pentagrama hecho con sangre. – ¿de verdad sabes lo que haremos? – preguntó. Asentí con la cabeza.
-       Adamis aun sigue dentro mío, ella sabe. Te guiara.- hable e hice que William se echara en el piso y dejara al descubierto su pecho, con el collar en el centro. Como si este sintiera la amenaza comenzó a tener un brillo verdoso inusual.
-       Mierda…- susurré al recordar que necesitábamos un cuchillo. – necesitamos un cuchillo.- hable. Will y Kaia sostuvieron una mirada cómplice.

Kaia sacó de su bota una navaja aun manchada con unas gotas secas de su sangre. Comprendí en ese momento que ambos habían estado en comunicación y por lo tanto habían tenido sus propias previsiones.  Por alguna razón eso me molestó.

En ese momento Adamis tomó posición completa de mi cuerpo y comenzó a nombrar palabras en un idioma que no pude entender. Kaia pareció entenderlo a la perfección y comenzó a recitar las mismas palabras una y otra vez. El pentagrama comenzó a tener un brillo color magenta. William cerro los ojos demostrando dolor. Dio un ligero grito mientras ambas seguíamos recitando las palabras. El collar comenzó a brillar, las tonalidades eran rojas y negras. Estábamos a punto de concluir cuando escuchamos su voz y ambas nos quedamos paralizadas.

-       ¡NO! – gritó Soren.- Debra no…-volvió a gritar mientras empujaba la puerta con todas sus fuerzas, una y otra vez pero la cama trabada lo detenía.
-       ¡Rompe el collar de una vez!- grité con desesperación mientras veía como la cama estaba a punto de ceder.

Todo ocurrió muy rápido. Kaia rompió el collar con la navaja en el mismo instante que Soren entraba a la habitación. El anillo preso en el collar y el que mantenía con vida a William salió volando a un costado por la presión ejercida al romper el collar. En cámara lenta pude ver como caía debajo de la cama. Muy lejos para que pudiera alcanzarlo sin que nos atrapara. Yo no actué, si hubiera tenido posesión de mi cuerpo, hubiese tomado el anillo, fue Adamis quien tomó la decisión que condenaría a Will. Tomó la mano de Kaia, la puso en el pecho de Will y simplemente giró el anillo.

-       ¡No!- grité entendiendo lo que pasaba.- ¡Will no!- grité una y otra vez mientras el portal nos llevaba a la fortaleza. – ¡Will!- volví a gritar mientras a cada segundo el anillo se alejaba de el.

Caímos en una loza fría, muy familiar. La estancia estaba oscura pero sabia donde estábamos. Tome el control de mi cuerpo, aparte de un manotazo a Kaia y comencé a sacudir el cuerpo inerte de Will.

-       ¡Will!- grite una y otra vez.- Will - volví a gritar con fuerza pero sabia lo que estaba pasando. A pesar de nuestros intentos, si el anillo estaba lejos no había nada que pudiéramos hacer. – no Will…por favor, no me dejes…- susurré con dolor y rabia.

Las puertas se abrieron después de mucho tiempo, dejando entrar la luz. Personas entraron con candelabros, alertados por mis gritos pero no me importó. Lo único que quería era despertar a Will.

-       Debra…- habló una voz familiar. Alguien me tomó de la cintura y trató de alejarme de Will.
-       ¡No!- grite con rabia, luche para que me soltara pero esa persona nunca aflojó. Me sacó de la estancia en el mismo instante que entraba Akom, viejo y cansado, ni si quiera podia mantenerse mucho tiempo en pie. Nos miramos por unos segundos hasta que se perdió dentro de la sala.

Mi cabeza daba vueltas y ni si quiera sabia como me podía mantener en pie. Daba golpes por todos lados para alejarme de mi opresor mientras mi mente borrosa no hacia mas que recordar a Will. Las personas por las que aun seguía con vida estaban muertas…todas. Mamá, Carrie, Will, todos muertos.

-       Te odio, Adamis, te odio– dije llena de rabia. Kaia…- susurro ella tratando de excusarse. Tratando de decir que su vida era mas importante que la de Will.
-       ¡NO! - Grite fuera de mi. - Vasta de pensar siempre primero en los demás, ¡has matado a Will, lo has matado!.- dije y no me importó si mi opresor aun me tenia entre sus manos – ¡sal de mi cabeza, sal ahora!- grité una vez mas y sentí como toda la rabia y fuerzas se me iban. Los pies dejaron de servirme por unos instante, quien me agarraba lo comprendió y ambos nos sentamos en el piso.
-       Por favor, Debra…tranquilízate.- dijo con la voz baja. Levante la mirada y vi a Alaric, aun sosteniéndome en el piso.
-       Suéltame.- hablé con frialdad. Alaric titubeó.- ahora.- volví a decir.

En ese instante Alaric me soltó, la rabia que se había ido, regresó con mas fuerza, consumiéndome por dentro. No lo pensé, tan solo gatee para alejarme de Alaric y cuando ya estuve lo suficientemente alejada yo solo miré mi anillo y lo giré. Fue un segundo en el que ni si quiera Alaric pudo darse cuenta de lo que estaba ocurriendo pero yo lo tenia muy claro. Victoria tenia que morir. Ella los había convertido, ella era la culpable de todo lo que estaba ocurriendo. De que mi hermana hubiese muerto y de que ahora Will estuviera tendido en esa habitación sin vida.

Aparecí en un abrir y cerrar de ojos en la sala principal. Las paredes estaban derrumbadas y del techo se colaba muy poca luz,  mostrando  montañas de escombros. Donde estaban los tres portales ahora no había mas que rocas caídas. Will... pensé con tristeza, ¿cuánto tiempo había llevado planeando todo esto?. Gritos, golpes y gruñidos hicieron que me diera cuenta que no estaba sola. Rápidamente y a gatas me escondí detrás de los escombros. Lo primero que vi fue como dos de los perros de Soren atacaban a un par de Eteros. Se escuchó el desmembramiento de sus extremidades, el crujir de sus huesos y sus gritos desesperados antes de que todo se volviera silencioso por unos segundos. ¿Qué estaba pasando? Se escucho la riza de Soren. Inhalé fuertemente y sentí su aroma tan asido que sentía un escozor en la nariz. Había terminado de convertirse….todo era mi culpa. Estuve a punto de salir cuando escuche los gritos desgarradores de una mujer. Vi de reojo como una mujer con vestido blanco hasta el piso y cabellera larga y rubia se arrodillaba ante los cuerpos desmembrados de los dos muchachos.  Victoria. Sabia que era ella pero jamás me la imagine de esa manera. Las lagrimas caían de sus ojos con dolor mientras trataba de recolectar los miembros de esos dos Eteros.

-       Ahora dime o seguirán muriendo.- habló Soren y comenzó a caminar, acercándose a ella. La mujer volteo y dejo ver su hermoso rostro. Labios rojos, piel muy clara y ojos completamente negros. Sus facciones demostraban rabia y dolor.
-       Jamás.- habló Victoria.

Soren suspiro. Chasqueo los dedos y otros dos perros aparecieron trayendo a dos Eteros mas. Ambos tenían medio cuerpo dentro de las fauces de los perros y sangraban tanto que parecían ya muertos. Me tape la boca para evitar lanzar algún alarido de horror. A pesar de taparme Soren me sintió.

-       Debra sal.- habló el mientras miraba en mi dirección.


Sentí como Adamis se retorcía dentro de mi, quería protegerme pero yo ya no quería nada de ella, la enterré en lo mas profundo de mi ser y la deje allí, en medio de la oscuridad. Me arme de valor, Me pare y lo vi. Seguía siendo el mismo ante mis ojos, el chico alto de hermosos ojos dorados. Camine hacia el sin  miedo alguno. No le quite la vista hasta llegar a unos dos metros de el y de sus perros monstruosos. Victoria me miro con estupefacción mientras su cuerpo seguía paralizado en el piso. Entonces tuve sentimientos encontrados, una parte de mi quería hacerla sufrir hasta que muriera en su propia agonía y la otra al verla de esa manera tan deprimente solo sentía pena por esa mujer que parecía querer a sus Eteros como hijos. Suspiré y mire a Soren.

-       Regresaste.- habló y dio dos pasos hacia mi, olvidándose completamente de Victoria por unos instantes..
-       Siempre tuya.- le dije en un susurro. Soren sonrió con tristeza y negó con la cabeza.
-       No quiero que veas esto.- habló. - No eres mala Deb, por mas que quiera, tu no me perteneces y no puedo dejar que veas en lo que me he convertido y en lo que estoy a punto de hacer.- tome aire y observe a Victoria.

La líder mas temible, la persona que durante mucho tiempo me dio miedo, ahora estaba sometida ante Soren, el chico que me salvo y que aun a pesar de todo lo que le había hecho seguía protegiéndome.

-       Ya no pertenezco a ningún lugar. – susurré, deseaba quedarme con el porque ya no había lugar para mi con los Isigos, ya no le pertenecía a nadie.

El negó con la cabeza y acortó el espacio que nos distanciaba. Victoria quiso moverse y Soren tan solo les lanzo una mirada a sus perros para que estos gruñeran he hicieran una barrera entre nosotros. Acarició mi mejilla y no pude evitar cerrar los ojos. ¿Cuándo esto se había convertido en mas que deseo?  me dio un beso en la frente, rápido y ligero.

-       Regresa con ellos.- susurró y cerró mis manos con cariño. – yo me encargaré de Victoria. Tu regresa con ellos.
-       Soren…
-       Hare que pague por todo lo que te hizo- habló el. Aspire su esencia. Acida. Sabia que también quería algo mas pero no quise preguntar.
-       Perdón. –  le suplique, el negó con la cabeza.
-       Puede que no lo entiendas pero lo que siento por ti es mas grande de lo que podrías imaginar. Desearía odiarte por lo que me hiciste pero simplemente no puedo. 

Lo abrase con fuerza. Aspire nuevamente su aroma y le creí. El jamás me haría daño, podía estar destinado a las peores cosas en este mundo pero el jamás me haría daño. Me aleje ligeramente de el y me quite el anillo que antes había pertenecido a Adamis.

-       Prométeme que la mataras.- le pedí y le puse el anillo en la mano derecha. Cerré sus dedos con ambas manos.  El vio primero nuestras manos unidas y luego mis ojos.
-       Te lo juro. – asentí.
-       Adiós Soren.
-       Adios Deb…

Me aleje de el y metí mis dedos en mi bolsillo izquierdo. Aun su anillo transportador estaba allí. Lo metí en uno de mis dedos y simplemente lo gire. Lo ultimo que vi y escuche fueron los ojos de Soren y el grito de Victoria lleno de rabia. El corazón se me estrujó lleno de una sensación extraña. Sabia que seria la ultima vez que los vería y estaba aliviada por Victoria pero demasiado triste por saber que ya no vería a Soren. ¿Estaba tomando la decisión correcta?  Fuera o no fuera lo correcto ya había girado el anillo.

Aparecí en la sala de los Isigos, ahora con candelabros encendidos, se podía ver todo, estaba completamente vacía a excepción de Alaric, parado justo frente a mi. Nos miramos por unos segundos.  Sentí en ese momento como las fuerzas se me iban por completo, todo había acabado ya. Las piernas se me doblaron y  cuando estaba a punto de caer de rodillas, Alaric me sostuvo. Mire sus ojos grises, mi dolor reflejado en ellos y no aguante más. Llore, las lagrimas comenzaron a caer por mis mejillas sin poder evitarlo. Los Isigos no pueden llorar. Pensé por unos segundos pero las lagrimas siguieron cayendo. Lagrimas de dolor, de rabia, de angustia. Alaric se quedo estupefacto por unos segundos y luego a pesar de verme llorar me abrazo con fuerza.

-       Estoy aquí – fue lo único que dijo y se quedo en silencio. Dejó que ese mar de lagrimas que había estado guardando por tantos meses saliera, no pregunto solo me mantuvo en sus brazos y dejó que todo lo malo se fuese de mi.