jueves, 14 de marzo de 2013

Capitulo 8



Lo primero que sentí fueron unas ganas tremendas de abrazarlo pero luego esa felicidad se opacó por el dolor aun latente en mis brazos y el hecho de que tal vez él nunca sintió lo mismo por mi. Esa sensación hizo que la frialdad y el recelo se apoderaran de mi por completo.

-          ¿ Tu qué haces aquí? – pregunté con frialdad en la voz y di dos pasos hacia atrás. El miró a la habitación como si estuviera recordando algo.
-          Recuerdo que nos echábamos en tu cama, no necesitaba besarte yo solo…yo solo quería abrazarte para siempre. – habló con una voz seria y fría. Ese no es mi Will.
-          No has respondido mi pregunte.- dije y di dos pasos más hacia atrás. – ¿qué haces aquí?
-          Es el único lugar en el que puedo pensar con claridad. Aquí puedo recordar sin dolor. – habló y me miró con intensidad a los ojos. Me mordí el labio y ajuste con fuerza el libro que tenia apretado a mi pecho con ambas manos, lo ajuste para no soltarlo y abrazar con todas mis fuerzas a Will. – ¿sabes lo que pasa cuando te conviertes en un Eter? – preguntó y sin que respondiera sacó el collar que tenia metido dentro de su polo. Brilló con ese tono morado, dejando ver dentro de el un aro plateado. – este demonio, hace que duela recordar, tanto que comiences a sentir odio por esos recuerdos. – continuó y por primera vez pude ver un brillo en sus ojos de verdadera tristeza. – aquí la bestia se calma un poco. – habló y bajo la mirada. Tomé aire con fuerza para no resquebrajarme.
-          ¿Dónde esta Carrie? – pregunté con la voz temblorosa. Levantó la vista y sonrió con malicia.
-          Te quiere muerta, no deberías de preguntar por ella. – dijo y comenzó a examinarme con la mirada. – ¿qué eres ahora? – preguntó algo confundido al ver mi dedo anular.
-          Sigo siendo yo.- respondí con cautela y el negó con la cabeza mientras abría los ojos aun más.
-          Siento que hay más de Eter en ti que antes y también de demonio.- continuó.

Supe al instante que sentía la presencia de la pulsera. Di dos pasos para atrás y choque con la pared de mi habitación. El comenzó a caminar hacia mi. Apoyó sus dos manos en la pared a la altura de mis hombros, evitando así que escapara. Respiró profundo y me miro a los ojos con intensidad.

-          Se lo que tienes y no te pertenece.- susurró a mi oído. Comencé a respirar entrecortadamente mientras chocaba su frente contra la mía. Tragué saliva y lo observé a los ojos.
-          ¿Vas a tratar de quitármelo? – pregunté en casi un susurro.

Entendía que los minutos de tregua se habían acabado y que a pesar de que  me recordaba, ya no era mi Will. Me tomó del rostro con ambas manos y sin previo aviso me besó con tanta vehemencia que me quitó el aliento. Tan solo duró segundos y luego se alejó de mi.

-        Dulce como siempre.- habló con una sonrisa triste. Lo mire con tristeza mientras el aun seguía tocando mi rostro.

Volvió a besarme, esta vez con más fuerza, ambos estábamos tan necesitados, nuestros cuerpos se habían extrañado tanto que no me importo soltar el libro y rodear su cuello con mis manos. Mordió mi labio inferior dejando que la sangre fluyera entre nuestras bocas. Comenzó a quitarme la chaqueta, sentí como sus manos pasaban sobre la pulsera y en ese instante sentí su necesitada por ella. No me quería a mi, la quería a ella.

-          No…- susurré y lo empujé con fuerza. Se alejó sin decir nada y comenzó a respirar entrecortadamente.
-          Esta en mi naturaleza, no amar nunca más, Debra. – habló con frialdad.

 Me limpié la sangre de la boca con la manga, mientras Will se agachaba rápidamente y tomaba el libro. Me miró por un segundo. - realmente desearía hacerlo… - concluyó y sin decir más  comenzó a observar el libro, me preparé para lo peor mientras lo abría y miraba confundido las letras que estaban escritas. Evité dar un gemido de dolor  en el instante en que me lo entregó sin ni siquiera mostrar resistencia, aun quedaban rezagos del verdadero Will en él. Abracé con fuerza el pedazo de libro y suspiré, ni si quiera podía hablar, no encontraba las palabras ni la fuerza para hacerlo.

-          Va ser mejor que te pongas esa pulsera antes de que te la quite yo o alguien más, así por lo menos podrás salir viva de esta guerra. Todo aquel que no este de nuestro lado morirá y no voy a poder protegerte. – continuó y por un segundo sentí que era mi antiguo Will pero luego la ilusión se acabo al entender sus palabras. Asentí con la cabeza.
-          Entonces…
-          Por los viejos tiempos, te daré unos minutos para escapar. – habló y se alejó de mi. Me quede pasmada, sin saber si lo que decía era real o no. - Es cierto.- susurró Adamis dentro mío . Al ver que no reaccionaba, tomó el control de mi cuerpo he hizo que tocara el anillo transportador.
-          Encontrare la forma de ayudarte… – susurré antes que el portal me succionara pero no sabia si eso llegaría a ser suficiente.

Estaba tan conmocionado por lo que acababa de ocurrir que solo pensé en casa de Soren. Caí de espaldas en un piso liso y frio. Lo primero que se me vino a la cabeza es que no era madera y por lo tanto no estaba en casa de Soren. Mi corazón comenzó a latir con fuerza, llena de miedo, me pare sin poder ver nada.

¿Dónde estamos? - Pregunte dentro de mi. 
No lo se, el libro nos ha debido traer aquí.- habló Adamis. Aspire con fuerza y sentí el aroma de tantos Isigos que llegue a marearme. - es cuestión de tiempo. Dijo impaciente Adamis. Ordenó a mi cuerpo dejar el libro en el suelo y sacarse la chaqueta. Expectante sentí como arrancaba la cadena de mi cuello y me ponía el anillo en el dedo anular, luego sentí como mis manos le hacia un nudo a una de las mangas de la chaqueta y yo misma me lo metía a la boca. Va doler susurró, lo sabia bien y no había nada para evitarlo. Sin meditar mucho y sabiendo que cada minuto contaba me arrodille y comencé a buscar la cruz en mi espalda con las manos. Me dolían ligeramente los hombros por hacer tal contorción pero no pare. Al cabo de unos segundos logre palmar la cruz y sin esperar más tiempo la arranque con todas mis fuerzas. Mi grito de dolor fue casi mudo gracias al nudo que tenia en la boca, sentí como la cruz se desligaba de mi y el anillo volvía a ser parte de mi cuerpo, haciendo que sintiera una gran presión en todo mi ser que simplemente me dejó privada . Caí hacia un costado algo fuera de equilibrio y respirando aun con mucha dificultad, como si fuera un pez recién salido del agua. -¡No hay tiempo! - Habló con mucha preocupación Adamis. Sabia que cada minuto contaba pero estaba exhausta. Adamis sacó fuerzas por mi, comenzó a buscar la pulsera en la chaqueta con rapidez y algo de torpeza. - Ya vienen, los siento. - Susurró con verdadero miedo en el mismo instante en que tocaba la pulsera completamente liza y tibia mientras algo frente mío se abría dejando pasar la luz y así deslumbrando  por completo mis ojos.


-          ¡Debra no lo hagas!- gritó la voz de Alaric pero ya era tarde, acaba de meter la mano dentro del brazalete.

No puedo decir que es lo que exactamente sucedió, por que en el segundo que existió contacto con mi muñeca, la presión y el dolor fue tal que quede inconsciente.
Abrí los ojos y estaba en el prado con cerezos. Vi a Adamis parada frente a mi, completamente seria.

-          Creo que necesitas saber cosas que el libro no va contarte.- susurró, como si alguien pudiera oírnos. Levante la cabeza, observando todo, completamente desorientada.
-          ¡Ellos…ellos van a matarme!- dije frenética y Adamis negó con la cabeza mientras me tomaba de los brazos.
-          La pulsera nos mantendrá a salvo. – respondió, suspiré con fuerza y me tape la cara con las manos, tratando de organizar mi cabeza. Tarde 5 minutos, luego levante la mirada y me encontré con los ojos de Adamis.
-          Comienza explicándome porque soy la única que puede leer ese libro.  – hablé algo molesta.
-          Cierra los ojos y mantente en silencio. – dijo ella y tocó mi frente.


Lo primero que vi fue el mar azul y un barco pequeño que se movía con las olas.

-        No recuerdo cuando nací, pero si se que fue hace muchísimo tiempo. Mi padre era  un pescador y mi madre tejía redes. – habló Adamis señalando la embarcación.

Estábamos parados en la costa y desde allí  pude ver a la pareja de esposos y también a dos pequeños niños, reconocí a Adamis  por su cabellera rubia, apenas tenia unos 10 y vi a otro muchacho con el cabello cobrizo, tal vez uno o dos años mayor, ambos ayudaban a su madre mientras sonreían.

-          Creo que éramos felices, hasta que…– se escuchó el inicio de una fuerte tormenta y su recuerdo cambio vertiginosamente.

Llegamos a un bosque de arboles altos, había gente gritando en un idioma que no entendía y olía terriblemente fatal. Vi con tristeza como 6 demonios atacaban al padre y hermano de Adamis, los reconocí por el aroma a podrido que emanaban sus cuerpos. Los mataron sin piedad frente a los ojos de una Adamis aterrada y su pobre madre, al acabar con ellos, arremetieron contra ellas. Cerré los ojos sin querer observar lo que estaba a punto de pasar, escuche los gritos desgarradores de ambas mientras tomaba con fuerza la mano de Adamis para darle fuerzas.

-          Abusaron de ambas…- susurró y luego se mantuvo en silencio mientras los gritos seguían y seguían.- Mataron a mi madre antes de que Akon llegara…- continuó,  abrí los ojos.

Observé como un hombre de túnica negra aparecía de la nada blandiendo una espada, atacaba a todos con tanta facilidad que parecía un juego. Ni si quiera tuve que pensar mucho, sabia que esa era la misma espada que había utilizado Alaric esa noche.

-        Akom me permitió viajar con el…- dijo Adamis mientras pasaban recuerdos donde el hombre, que aun tenia puesta su larga túnica y no dejaba ver su rostro le sanaba las heridas y le daba de comer. – el me enseño todo lo que se ahora. – continuó y pude observar recuerdos en donde ella aprendía a cazar conejos, a utilizar espadas y hasta a luchar cuerpo a cuerpo – éramos errantes, nunca nos quedábamos mucho tiempo en un lugar. Sabia que él era diferente y que buscaba algo pero no sabia que, jamás habló mucho, no hasta el final.
-        ¿Tu sabias que el era diferente?- pregunté, me miró con molestia y recordé que no debía hablar, baje la cabeza algo apenada.
-        Si lo sabia, el don que tienes para oler las esencian, proviene de mi. Siempre tuve el olfato mas desarrollado, mi padre decía que era un don para la pesca, yo creía que era mi perdición.  El primer día que vi a Akom, sentí su olor, era diferente, pero así como tu viste a Soren y no te asustaste, yo también me quede con Akom.- la mire confundida. Solté  su mano mientras la imagen cambiaba y llegábamos a una ciudad de casas blancas. Parecía Atenas pero algo en ella la hacia mas especial, diferente…
-        Llegamos a Atlantis cuando yo cumplí 15 años, el prometió que nos quedaríamos un buen tiempo allí.- continuó y supe en ese instante que estaba viendo algo que nunca nadie normal había visto en su vida, la ciudad que se perdió. –  era una sociedad obsesionada con la inmortalidad, se había encargado de traer a los más prestigiosos estudiosos para que lograran encontrar la formula pero simplemente nadie la conseguía, ni si quiera Akom durante los 5 primeros años. Se pasó todo ese tiempo metido en una habitación, a veces ni si quiera salía a comer por semanas. Fue la primera vez que yo tuve que salir adelante por mi misma, hice amigos..- al decirlo apareció un recuerdo, ella caminaba junto a un muchacho de cabellera negra y rostro rudo que me recordaba al de un león. – el era Odelis…- susurró y rápidamente el recuerdo se desvaneció. – no se que le hizo cambiar de opinión pero un día, Akom me abrió sus puertas y me explico que es lo que iba  hacer.

En ese momento pude ver y sentir por primera vez a Akom, tenia el cabello rubio y largo, una barba realmente tupida pero lo que más me impresionó fueron sus ojos caramelo y su olor dulce.  Lo miré completamente aturdida.

-        Es un demonio.- susurré y Adamis asintió con la cabeza. – Pero…- mi corazón latía agitado mientras Akom hablaba con la Adamis del pasado en un idioma que no podía entender.
-        El cuenta nuestra historia y su historia. Su pasado…esta allí, escrito en el libro. El no quería que nadie se enterara, pero tampoco quería olvidarlo, solo confió en mi. Me pidió…- negué con la cabeza rápidamente.
-        ¡El es un demonio, igual a Soren y Kaia! ¿cómo es que nos creó un demonio? – pregunté al borde de la historia, mis manos temblaban y mi cerebro formulaba preguntas a cada segundo.
-        Necesitas tranquilizarte- hablo Adamis tratando de tocarme pero me aleje rápidamente de ella. -  Nadie tiene que saber la verdad Debra…si lo saben la cimentación de nuestra sociedad correría peligro. – habló ella mientras sentía un revoltijo en el estomago.
-        Adamis- susurré sintiendo que algo iba mal, ni si quiera pudo responderme, comenzó a desaparecer como todo lo que estaba a mi alrededor. Estaba despertando.

Escuche a alguien susurrar mi nombre una y otra vez hasta que supe reconocer la voz. Abri los ojos y mire a Alaric al costado mio, tenia mi mano entre las suyas y aun que debía de estar molesto parecía muy preocupado. Nos miramos por un interminable segundo en el que ninguno supo que decir o como actuar.

-          ¿Dónde estoy?- pregunte al darme cuenta que estaba sobre una cama y algunos candelabros alumbraban la habitación, era pequeña, el techo era en forma ovalada y las paredes eran de granito. Me senté alejándome lo más que pude de Alaric mientras tocaba mi mano adolorida, aun con ambos anillos y el brazalete. – ¿porque me ha podido tocar? –le pregunté a Adamis. Alaric se tensó al darse cuenta de mi actitud llena de recelo.  – no quiere hacerte daño, por eso pudo. – Susurró Adamis dentro de mi cabeza.
-          Estamos en la iglesia de Loira, dicen que es un lugar sagrado. Solo los Isigos podemos entrar aquí.- asentí con la cabeza mientras evitaba su mirada.
-          ¿Por qué a pesar de todo no me odias?- fue lo primero que pude preguntar en casi un susurro mientras me tocaba la muñeca. Alaric pareció sorprendido por la pregunta, sin decir nada se sentó a mi costado y busco mi mirada, levantando mi quijada con uno de sus dedos.
-          ¿Por qué debería de hacerlo? – preguntó muy cerca de mi pero esa cercanía no me intimido, me quede allí, justo donde estaba. Lo mire a los ojos pensando en lo diferente que era de Will a pesar de tener sus mismas facciones.
-          Te decepcioné…entre otras cosas- dije completamente avergonzada y bajé la mirada. Por alguna extraña razón, estar a su lado me hacia sentir completamente vulnerable. Alaric asintió débilmente, sabiendo que la lista era inmensa pero no quiso nombrarla.
-          Aun así no…no se porque no puedo odiarte.- habló,  lo mire a los ojos y nos quedamos en silencio.

Por alguna razón, este tiempo separados había generado una conexión más grande y profunda entre nosotros que no podía explicar. No lo conocía pero a pesar de eso sentía que de verdad sabia más de el que de mi propio Will. Lo sentí acercarse a mi, sentí su aliento rosar mi rostro y simplemente baje la mirada, completamente avergonzada. Besarle  seria traicionar a Will y a pesar de todo lo que había ocurrido aun no estaba dispuesta a hacer eso.

-          ¿Dónde esta el libro?- pregunté nerviosa y sin poder mirarlo a los ojos.

Sin previo aviso me tomo el rostro con ambas manos y me obligó a verlo, pero no con rudeza sino como su fuera una caricia. Sus ojos brillaron de una manera inusual, me hicieron sentir cálida y al fin protegida. Sentí una extraña sensación en el estomago y tuve que aguantar la respiración para no suspirar.

-          Existe algo entre nosotros. – Susurró casi suplicante mientras trataba de juntar nuestros rostros. También lo sentía pero simplemente no podía hacerlo, no con el recuerdo de Will aun presente.
-          Por favor…-susurré pero no fui capaz de alejarme, juntó nuestras frentes como lo había hecho Will.
-          ¡¿Dónde esta?! – gritó una voz afuera que reconocí como la de Camille.
-          La están interrogando – dijo la voz de alguien más. A pesar de todo, escuchar esa frase me pareció cómica, esta situación estaba muy lejos de eso.
-          ¡Déjame pasar! – habló nuevamente Camille y se escucho un forsajeo. Las puertas se abrieron mientras Alaric se alejaba de mi y se ponía en guardia para defenderme.
-          ¡Perra, lo condenaste, la daga tenia veneno! – gritó llena de rabia mientras entraba con los ojos hinchados por tanto llorar y la cara enrojecida de rabia.

Sus ojos brillaron llenos de cólera al observarme en la cama. En ese instante baje de la nube a la que Alaric me había transportado, caí en la realidad de mis actos y supe lo que tenia que hacer. Al no recibir respuesta, Camille se abalanzó sobre mi, o por lo menos trato de hacerlo. Alaric trató de contenerla pero estaba tan furiosa que lo hizo a un lado y vino de frente a mi, ni si quiera me tocó. Puse mis manos hacia delante, tratando de protegerme y la pulsera actuó. Lo único que vi fue un destello verde y luego a Camille chocar contra una de las paredes. Me quede atónita por la potencia del brazalete, al igual que Alaric y Camille.

-          Yo…yo no quise.- hablé y toqué el anillo transportador. – juro que regresaré.- susurré y antes de que cualquiera pudiera hacer o decir algo más, gire el anillo y pensé en casa de Soren.

Si había alguien que podido salvar a Casian  de un envenenamiento era Soren depsues de todo, me había salvado a mi así que estaba segura que lo lograría. Sentí como el remolino me succionó y rápidamente me votó al pasillo de la casa de Soren.  A penas llegué supe que algo andaba mal, las luces estaban apagadas pero aun así se escuchaban ruidos provenientes de arriba, ruidos fuertes que me advertían sobre una pelea o algo peor. Comencé a subir las gradas con grandes zancadas y escuché en ese instante el grito desesperado de Soren.

-          ¡Soren! – grité llena de miedo y corrí hacia su habitación. Al  entrar observé todo completamente destrozado, la cama revuelta, los cuadros y estantes caídos y a Soren en el piso, arrodillado y sin parar de llorar. ¿llora? -  se pregunto Adamis sorprendida pero eso era lo de menos. Corrí hacia el y me arrodille frente suyo mientras lo cogía por los hombros.
-          ¿Qué ha pasado? ¿Dónde esta Kaia? – pregunté. Levantó la mirada, tenia los ojos casi pardos y su olor era casi acido.
-          Se la llevaron, por ir a buscarte la deje sola y se la llevaron.- dijo con los dientes apretados, mientras las lagrimas caían por sus ojos.
-          ¿Quién Soren, quién? – pregunté y la voz se me quebró. ¿Cuan egoísta podía llegar a ser?
-          Eteros…llegaron minutos después de los Isigos, se llevaron a cuantos demonios pudieron. Todos corrían hacia los portales…fue el ultimo segundo en que la vi…yo iba tras de ti y…- no aguanté verlo en ese estado por un segundo más, parecía confundida, tan perdido que me dolía verlo así. Lo abracé con todas mis fuerzas, al principio se resistió pero luego acepto mi abrazo y me abrazó aun con más fuerza.
-          Vamos a encontrarla y la traeremos sana y salva.- susurré y le di un beso en la mejilla. Me alejé un poco y tome su rostro entre mis manos. – lo haremos Soren, lo juro.
-          No hagas promesas que no puedes cumplir.- habló con frialdad y se paró. Me paré al igual que el y traté de buscar su mirada.
-          Podemos Soren. Ahora tenemos esto y podemos tener de nuestra parte a los Isigos, solo hay que ayudarlos en algo primero.- hablé mientras le mostraba la pulsera.
-          ¿Cómo? ni si quiera puedo acercarme a su santuario sagrado. – habló con molestia.

Eso parecía ser verdad pero después de lo que había visto en el recuerdo de Adamis no era cierto. Sentí como Adamis se retorcía dentro de mi, comprendiendo lo que haría pero no por eso gustándole mi idea sin embargo, ya era demasiado tarde.  Agarré el brazalete y frente a sus ojos me lo quité con fuerza. El dolor que sentí fue indescriptible pero esta vez y gracias a la adrenalina que sentía en ese momento no me desmaye. Se la entregué a Soren mientras me sentía media mareada y la muñeca me ardía.  

-          Con esto podrás entrar y no te harán daño. – hablé, él la tomo entre las dos manos.  En ese instante todo el plan se aclaró en mi mente y supe a que lado pertenecía. Tomé aire y observé a Soren a los ojos mientras poco a poco se iban aclarando más. – tendremos que ayudarlos y convencerlos que la mejor forma de parar lo que sea que estén haciendo los Eteros es entrando a su madriguera. Atacaremos y salvaremos a Kaia.
-          Eso significa que la gente que conforma tu nueva familia morirá– habló, negué con la cabeza.
-          Ustedes dos, son mi verdadera familia, jamás debí de mantenerlos fuera de mis planes. Es mi culpa que Kaia haya sido secuestrada, yo tenia un portal en la mano, debí estar con ustedes. Ahora es mi responsabilidad salvarla. – Soren asintió con la cabeza y pude sentir como su aroma se hacia mas dulce a cada segundo que pasaba. Me abrazó con fuerza.
-          Hagámoslo.

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Ya se, super tarde pero tengo que serles sincera, no ver comentaros me desanimo un poco y luego el inicio de las clases me puso en aprietos sin embargo hice algo que nunca había hecho. Les contare orgullosa que todo este capitulo estuvo hecho en mi blackberry :) sip, lo escribí (ya que no tenia tiempo) mientras iba a la u en el carro o mientras tenia uno que otro tiempo libro. Espero que les guste y que comenten.

Pdt: ahora tengo mucho que hacer pero a penas pueda respondo sus comentarios, gracias por comentar de verdad :)