lunes, 25 de febrero de 2013

Capitulo 7


Soren se acercó con la cruz en las manos. Me la mostró  y quiso que la agarrara pero aun estaba reacia a tener eso sobre mi. Adamis estaba muy asustada y eso simplemente hacia que me paralizara como ella.

-          ¿Cómo sabes que es seguro? ¿cómo sabes que no es otra cosa?  - pregunté con temor y la observé con más detenimiento.
-          Alaric le dijo al usurero que servía para poder separar el cuerpo del anillo sin que un demonio pudiera poseerte. Le dijo que era único en su clase.- habló Kaia.
-          ¿Y si era único para que se lo dio? – pregunté más atemorizada que antes.
-          Buscaba información sobre ti Debra y parecía muy desesperado. Es así como supe que te buscaban. – respondió y se acerco a mi en un segundo, luego acarició mi hombro como si me diera apoyo.
 En ese minuto se me pasaron muchas cosas por la cabeza. Sobre todo ¿por qué demonios me estaba buscando tanto? ¿qué tenia yo que me hacia tan elemental para él? ¿seria por qué conocía a Will o algo más? Las preguntes se me fueron en el instante que vi la cruz nuevamente. Suspiré con fuerza sin saber aun si tenia que ponérmela. Es hecho por nuestro creador.  Habló Adamis.   ¿Cómo lo sabes? –  Le pregunte con desconfianza. –  Es difícil de explicar, tal vez si lo hueles entiendas lo que quiero decirte.  – continuo. Sin pensarlo acerqué mi mano hasta mis fosas nasales e inhalé con fuerza. Un extraño olor metálico me invadió los pulmones y luego como si fuera un olor de dos caras, cambio sutilmente y el aroma a metal se convirtió ,  ya dentro de mi en un exquisito olor agridulce que no supe definir. En la tierra no hay olor que se le compare. El olor de esa cruz debe de ser igual, sino no, no es segura  –  Habló Adamis.  Asentí con la cabeza y tomé entre mis manos la cruz que  al tacto se sentía como terciopelo a pesar de no ser nada flexible. La acerqué a mi nariz y sentí el aroma. Metal y luego esa sensación agridulce dentro del cuerpo.

-          Son del que me creo.- hablé y ellos me miraron asombrados.
-          ¿Solo lo sabes porque sentiste su olor? – preguntó Soren. Asentí con la cabeza, entendiendo al fin lo practico que seria este don.
-          Adamis ayuda mucho también. Después de todo, el día que él me habló ni si quiera pude verlo ni olerlo.- dije  y ellos asintieron
-          Asombroso.- susurró Kaia.
-          Ese él, se hace llamar entre los demonios Akom. – habló Soren.

Sentí una afirmación dentro de mi que provino de Adamis y me sentí algo estúpida por que ellos sabían más que yo a pesar de que yo era la Isigo. Por alguna extraña razón Alaric había estado evitando darme información y la pregunta era ¿por qué?  

-          ¿Entonces lo harás? – preguntó Kaia algo impaciente. Hazlo pero por amor a lo que más quieras, no me alejes mucho de ti. – Pidió  Adamis con miedo. No te alejare, lo juro.
-          Si. – dije y segundos después me quité la casaca de Soren, me desabotone la blusa y descubrí ligeramente la espalda.- ponla en el centro. – hablé y le entregué la cruz a Soren.

Tomé aire sabiendo que esta unión podía ser algo dolorosa. Apenas la cruz tocó el medio de mi espalda sentí como finos hilos comenzaban a entrar dentro de cada uno de mis poros. Grité más por la impresión que el dolor. Kaia me sostuvo por delante cuando casi caigo al sentir un tirón en mi espalda que ardía demasiado. Cerré los ojos sintiendo como algo se separaba de mi pero no era algo era Adamis. Esto esta mal. Pensé pero Adamis, que sentía lo mismo que yo, negó con fuerza. Resiste. –  Dijo luego pero la presión dentro de mi cuerpo era tal que no podía. Grité una vez más y Kaia me abrazó con fuerza.

-        Ya va pasar.- dijo tratando de tranquilizarme y así fue. Luego de unos minutos la presión cedió y mi anillo cayó al piso de piedra.
-        Adamis.- dije sollozando sin una lagrima en el rostro y a pesar de estar adolorida me agache y tome mi anillo entre mis manos como si fuera lo más preciado del mundo. Estoy aquí.  Susurro ella y sonreí llena de alivio al aun escucharla. Estaré aquí siempre, estamos unidas Deb.
-        Me alegro mucho   dije en voz alta y mire a  Kaia a los ojos. – ¿tienes alguna cadena? No quiero tenerla lejos de mi – Hablé y ella asintió con la cabeza. Se alejó un poco y se quitó del cuello una cadena larga de plata que tenia un dije en forma de huevo.  Sacó el pequeño dije, se lo guardo en el bolsillo de sus pantalones y me la entregó. Rápidamente puse a Adamis en la cadena  y me la coloque. La cadena quedo mas abajo de mis pechos, cosa que agradecí porque así andaría oculta con mi ropa.

Luego de eso me llevaron a la habitación de Kaia. Una habitación amplia , con paredes de color marfil y muchos cuadros de paisajes europeos. Abrió las puertas de un gran armario negro y comenzó a sacar ropas y lanzarlas a la cama.

-        Yo…yo iré a cambiarme.- hablo Soren y salió de allí rápidamente.

Kaia me dio un vestido simple, una chaqueta y un par de botas, todo de color negro. El simple hecho de ponerme su ropa hizo que oliera a ella por completo y eso me relajó, se me haría mucho más fácil estar entre demonios si olía como mis acompañantes. Me aconsejó que me pintara los ojos y los labios de manera que pareciera más una de ellos. Me encogí de hombros.

-        No se pintarme.- hablé algo avergonzada. Abrió los ojos como platos mientras sacaba varias cosas de su tocador.
-        ¡Es algo elemental en este mundo! – habló mientras  me sentaba en la cama y comenzaba a pintar mi rostro. Sombras negras, un poco rímel y labios rojos, lo esencial para no parecer verdaderamente yo.
-        Kaia…- hablé en casi un susurro mientras ella retocaba mis ojos. - ¿entre ustedes hay algo?- pregunte y a penas lo hice me sentí algo estúpida.

 Kaia paró en seco y me miró a los ojos por un largo instante. Sus ojos color caramelo me observaron incesantemente pero aun así no baje la mirada, había algo en su rostro que me atraía. Era ese tipo de chica que agradaba a quien sea pero no podía fiarme, Camille me había dado la misma impresión y al final había terminado odiándome.   

-        ¿Por qué lo preguntas? – preguntó con algo de suspicacia.
-        Cuando vivía con Alaric y Camille hubieron algunos problemas con ella por eso, no quiero…- no pude terminar la oración. Kaia comenzó a reír con verdaderas ganas como si hubiera dicho algo sumamente cómico.
-        Tengo una relación con Soren pero no es de novios sino de hermanos, lo conozco desde que tengo uso de razón, literalmente. – Dijo y sonrió con cariño.- además, yo juego para el otro bando.- habló y me guiño un ojo.

Asentí con la cabeza y por alguna extraña razón sentí que si hubiera sido aun completamente humana me hubiera ruborizado y ni si quiera hubiera podido ver sus ojos nuevamente pero ahora ya era diferente y lograr retener la mirada no era un problema. Ella siguió con lo suyo como si nada hubiese pasado y lo que acabara de decir fuera lo mas normal del mundo. Minutos después, saco dos dagas con empuñaduras de plata de una de sus gavetas, dejó una encima de la ropa que utilizaría y la otra me la metió en el bolsillo que tenia dentro de la chaqueta.

-        Por si a caso.- habló con una sonrisa y seguido a ello entró rápidamente al baño para refrescarse un poco antes de cambiarse. Salí de su cuarto y a penas camine por el pasillo de madera Soren salió de su habitación, totalmente seco y bien vestido. 
-        Tengo algo para ti.- habló y como si una barrera invisible se hubiese desvanecido, me sentí más liviana al hablarle, sin el peso de sentir que algo malo estaba sucediendo.
-        ¿Qué? – pregunté y el entró nuevamente a su cuarto. Lo acompañe y vi la habitación en la que había despertado horas atrás.  Me mostró un anillo con un ónix cuadrado en el centro.
-        Lo gané hace mucho en un juego de póquer. Quiero que lo tengas tu.- Lo miré extrañada mientras agarraba el curioso anillo.- es el portal mas pequeño que he visto en mi vida. Creo que será muy útil si ocurre algo esta noche. – prosiguió
-        ¿Un portal? – pregunte algo asustada.  Soren asintió con la cabeza.
-        No te preocupes, para activarlo  tienes  que girarlo dos beses en tu dedo anular y pensar en un lugar.
-        ¿Si es tan útil porque no lo llevas tu?
-        Por que no soy yo el que puede morir esta noche.

Fue lo único que tuvo que decir para que me pusiera el anillo. Era muy arriesgado que fuera esta noche a Gótica y aun así necesitaba hacerlo, por alguna extraña razón, tenia más curiosidad en conocer lo que ocurría que protegerme a mi misma de todos los demonios y es que ahora ya no estaba completamente segura de cual era el bando bueno y cual era el malo.

Esperamos hasta las 10 y a penas fue la hora, nos dirigimos a Gótica por medio del portal del librero.   Cerré los ojos con fuerza mientras ajustaba las manos de Soren y Kaia respectivamente. Al abrir los ojos me di con la sorpresa de que estábamos en un lugar completamente inimaginable. Lo primero que pensé es que parecía un panal de abejas, que terminaba en una punta a muchos metros de distancia. El techo era tan alto que ni si quiera podía llegar a verlo. Las paredes estaban llenas de huecos por donde los demonios asomaban sus cabezas. Nosotros habíamos aparecido en el primer piso de toda la gran colmena llamada Gótica que tenia un pentagrama gigantesco en el piso hecho de un material lizo. En un segundo la estancia estaba casi bacía pero luego y a medida que pasaba el tiempo comenzaron a aparecer más y más personas exóticas, tantas que ya era difícil ver más haya de las espaldas de aquellos individuos.

-      ¿Si no tienes un portal cómo es que llegas aquí? – pregunté mientras nos hacíamos paso entre la gente para llegar a adelante.
-      Existen dos entradas que llegan hasta la superficie pero generalmente entramos por portales, se nos hace más fácil. Además, las entradas eran imposibles de penetrar, estaban protegidas por salvaguardas demoniacas muy poderosas – habló Soren.
-      Estaban, tu mismo lo has dicho.- dijo Kaia muy seria y con un ligero tono de tristeza en su voz.- me pregunto ¿ cuanto tardaran en reconstruirlas? – prosiguió algo pensativa.

Las personas comenzaron a empujar hacia delante mientras gritaban palabras en idiomas que no entendía bien como alemán y francés. Los huecos de los pisos superiores comenzaron a mostrar a muchas personas expectantes, mirando como centinelas desde arriba.  Había tanta variedad de olores, la mayoría desagradables que comencé a marearme sin querer. Tomé con fuerza la mano de Soren y ni si quiera tuve que decir lo que me ocurría, por su mirada supe que él entendía por lo que estaba pasando. Me ajusto la mano con fuerza y me siguió guiando entre la multitud.

-        Kaia, no podemos estar muy cerca. El rey Idei…- habló Soren, Kaia paró en seco y asintió con la cabeza.
-        Se puede dar cuenta, mejor subamos a los balcones.- dijo ella y comenzamos a caminar hacia la izquierda.

Tardamos unos 10 minutos entre hacernos paso y posicionarnos en el segundo piso. Kaia movió a algunos demonios que nos hacían muecas de molestia pero en su mayoría no generaban problemas, al parecer estaban muy conmocionados por lo que había ocurrido, tanto que ni si quiera tenían ganas de pelear. Después de unos minutos pudimos ver por uno de los balcones, al frente de todos y  separado de la gente por guardias vestidos de azul estaba un lugar vacío en el que  por lo visto nadie podía entrar.

-        En cualquier momento aparecerá el rey Idei.- dijo Soren.
-        ¿Por qué le dicen rey? – pregunté en un susurro. Soren acerco sus labios a mi oído con sutiliza para no llamar la atención haciendo que sintiera electricidad en mi columna vertebral.
-        El es uno de los demonios originales. Cuentan que él y sus 7 hermanos llegaron a esta tierra con cuerpos carnales y no espirituales como nosotros.
-        Sus cuerpos no envejecen…- susurró Kaia.
-        ¿Son inmortales? – pregunté y Kaia hizo una mueca en forma de negación.
-        Inmortales si pero no invencibles, ahora solo existen 4 de los 8. – hablo Soren.
-        En la Biblia se les conoce como los pecados capitales.- continuó Kaia.
-        Pero son 8…
-        La octava y única mujer es la llamada pecado original.- continuo Soren.

 Ni si quiera pudo seguir explicándome más. De pronto toda la gente se quedo en silencio, un portal se abrió en la zona donde no había nadie iluminando aun mas la estancia y en segundos apareció un trono con alguien en el, vestido de blanco y dos hombres parados a sus costados completamente de negro, con algo en las manos.  Mire al hombre de blanco, era más alto de lo normal y muy flaco, tenia el cabello rubio y ligeramente largo, sus facciones eran angulosas y al verlo con detenimiento también eran algo femeninas aun que como era un rey tenia que ser hombre. Seguido a ello vi a su primer acompañante, tenia una túnica negra que no me dejaba ver nada más que sus dedos huesudos agarrando una bandeja de plata con una pulsera negra que tenia un brillo verdoso. Ni si quiera tuve que oler, el simple color delato que era hecha por Eteres. La pulsera de la victoria.   Susurró Adamis dentro de mi. Quien la porte, será invencible.  Continuó. No tuve tiempo de preguntar porque la tenia el, apenas vi el libro que tenia el otro soldado y ya nada más importo. El libro de la sabiduría   Habló Adamis casi ida.  Para mi fue como si en ese segundo todos los olores se minimizaran y fueran opacados por el metal y esa sensación agridulce. Sin dudas era el libro que tenia todas las respuestas y que podía ayudarme a salvar a Will y a Carrie.

-        ¿Cómo se le ocurre traer trofeos de guerra sin salvaguardas?- Preguntó Kaia con molestia mientras observábamos como el hombre se paraba de aquel trono y mostraba lo imponente que era.
-        ¡ Hoy nos han declarado la guerra!...- inicio el rey con una voz fuerte y gutural que resonó en toda la estancia dejando estáticos y  mudos a todos.

Sin darme cuenta, ya me estaba acercando hasta el borde del balcón, atraída por aquel libro que podia salvar a mi familia sin embargo,  algo hizo que parara en seco. Sabia que muchas personas allí no lo percibían pero yo en ese instante sentí el olor a tabaco y colonia  que me dejó perpleja y en completo estado de shock. Comencé a observar a la multitud de abajo rápidamente, tratando de captar nuevamente el aroma de Alaric. Entendía perfectamente de que no tendría su rostro y que habían tantas personas completamente extrañas que se me haría difícil ubicarlo pero aun así sabia que si olfateaba lograría captar su esencia. Todas las personas escuchaban atentas las palabras del rey Idei, mientras que yo solo me concentraba en captar a Alaric en esta inmensa estancia.

De pronto algo ocurrió y todo se volvió más claro para mi. Inicié buscando a Alaric pero termine sintiendo a todos los Isigos en la estancia. Fue  como si los Isigos adquirieran un cartel imaginario encima de ellos que indicara lo que eran. En toda la masa de gente pude observar a más de 100 Isigos dirigiéndose con decisión hacia donde estaba el rey, asustada levanté la cabeza y me sorprendí completamente al encontrar por lo menos a otros 100 en los balcones. Todos con capas que cubrían sus cuerpos, estaban pendientes al discurso de Idei. Miré nuevamente a la multitud y comencé a notar como los Isigos se iban acercando cada vez más a él, haciéndose paso entre demonios ignorantes de lo que estaba a punto de acontecer. Lo van a matar. Fue el primer pensamiento que corrió por mi mente pero luego me di cuenta que habían dos cosas más preciadas al costado del rey que su propia vida.

-          No… – susurré.

Fue cuestión de segundos en donde el caos inicio. Los Isigos que se encontraban más arriba comenzaron a consumir a algunos demonios. Se escucharon gritos desgarradores cuando los cuerpos comenzaron a caer desde arriba creando el completo caos  en la estancia principal. Los Isigos comenzaron a correr hacia el libro y la pulsera con desesperación, haciéndose paso entre la gente con violencia mientras todos trataban de escapar y los soldados comenzaban a ordenarse para atacar. Gótica había sido invadida otra vez y nadie estaba preparado para eso. Mientras demonios seguían cayendo de los balcones como una cascada terrorífica sentí como las manos de Soren y Kaia me ajustaban con fuerza.

-          Tenemos que irnos.- gritó Soren. Negué con la cabeza y me solté de ellos.
-          Son Isigos..tengo que hacer algo para evitar que se lleven el libro.- dije y sin ni si quiera escuchar una respuesta comencé a caminar hacia delante.

Dejé que Adamis se apoderara de mi cuerpo a pesar de estar separada de mi y me lance al primer piso sin temor. Caí sin dificultad y comencé a correr hacia el libro. Me hice paso entre la gente mientras escuchaba los gritos y sentía los olores. No podría describir perfectamente aquel olor, pero la gran mayoría en el lugar tenia miedo y rabia, lo sentía por el aroma ligeramente rancio y acido que se sentía en el ambiente.

-          Necesitamos ambos. – habló Adamis. Lo sabia, sabia que necesitaba tanto la pulsera de la victoria como el libro pero aun así no sabia como demonios lo haría. Llegué antes que muchos hasta donde estaba el Rey Idei que trataba de  ordenar a su gente mientras sus soldados creaban un portal con rapidez y otros trataban de atacar a los Isigos dejando brechas entre la multitud y el rey.

Antes de si quiera entrar a la visión del rey Idei observé lo que ocurría allí como si fuera una película. Uno de los Isigos apareció con una gran espada y sin piedad atravesó al hombre de túnica que llevaba el libro de la sabiduría. Fue tan rápido que ni si quiera pude precisar en que momento apareció allí y asesinó al demonio. El rey Idei gritó con rabia y trato de atracarlo con sus filudas uñas, pero el hombre nuevamente blandió la espada, con tanta facilidad que parecía un juego, le hizo un corte en la mejilla que hizo que Idei abriera mucho los ojos y desapareciera con un simple movimiento de manos haciendo que la tierra temblara ligeramente. Mientras tanto el otro monje luchaba con un hombre de mediana estatura con la cabeza rapada. Allí si parecía haber forcejeo pero aun así minutos después el hombre logro quitarle la pulsera y no satisfecho también lo atravesó con una especie de garfio una y otra vez hasta que el demonio cayó sin vida.  Necesitamos esa pulsera.   hablo Adamis  más decidida que nunca. Comencé a correr.  el libro es primero    protesté pero Adamis ya estaba dirigiendo mi cuerpo hacia el muchacho con la cabeza rapada.

Corrí hacia el hombre que llevaba la pulsera e iba detrás del que llevaba el libro. En menos de un segundo saqué la daga que tenia en el bolsillo interior de la chaqueta y sin ni si quiera pensarlo Adamis hizo que la lanzara. Mis ojos vieron con terror como la daga penetraba en la espalda de aquel hombre. Mire asombrada como se desmoronaba en el piso dando un grito agudo. Lo que paso después lo vi como si todo transcurriera con mucha lentitud. Primero escuché un grito desgarrador y luego un nombre, “Casian”. Giré para observar como una mujer alta de cabellera oscura venia corriendo con una daga en la mano. No tuve que ver ni su anillo, sabia que era Camille por su típico olor a colonia de vainilla. Ella comenzó a correr hacia nosotros, se hizo paso a través de los soldados que comenzaban a contraatacar con rabia y sin piedad a los Isigos. Adamis ordenó a mi cuerpo correr. Comencé a bolsiquear a Casian que aun seguía respirando, tome la pulsera entre mis manos y la metí en el bolsillo interior, donde antes había estado la daga. La conmoción que sentía en ese instante fue sustituida por adrenalina cuando me levanté y observé frente a mi al hombre que tenia el libro de la sabiduría. Mire sus ojos  y poco a poco vi como iba transformando su rostro. Alaric. Pensé al observarlo, estaba pálido y solo podía ver el cuerpo de Casian en el piso y luego a mi. Si Alaric, yo hice eso. Pensé con tristeza y sin pensarlo dos veces comencé a correr hacia él. Me abalance sobre él y comencé a forcejear tratando de quitarle el libro mientras su espalda chocaba brutalmente contra una de las grandes paredes de roca solida.

-        ¿Por qué hiciste eso? – preguntó sin todavía creerlo.
-        ¡Dame el libro!- grité mientras trataba de quitárselo con todas mis fuerzas.
-        No… ¿por qué hiciste eso?- insistió. Sentí como la bruma que era Adamis me cubría aun más.
-        Solo yo puedo leerlo ¡de nada te sirve!- gritó Adamis a través de mi voz.

 Alaric me miró con los ojos muy abiertos, tal vez reaccionando o aun más confundido no lo se. Solo sabia que yo estaba más confundida que nunca en esos instantes y lo único que me entraba en la cabeza es que probablemente había matado a Casian. En esos segundos Alaric reaccionó e hizo que giráramos con fuerza, ahora yo estaba contra la pared.

-          Ahora que lo sabes ven conmigo.- habló y me miró con intensidad, negué tajantemente con la cabeza. Estaba aun lo suficientemente consiente como para recordar que él me había mentido y que no debía confiar en el alguien así.
-          ¡Me mentiste!- grité con rabia, le di un rodillazo en la ingle y lo empuje con todas mis fuerzas. El libro calló al piso y vi como Alaric hacia una mueca de dolor mientras se tocaba sus partes bajas. Entonces supe que era el momento, giré el anillo de ónix  en mi dedo anular y pensé en el lugar más lejano y seguro al que podía ir mientras me agachaba y tomaba el libro con una mano. Fueron segundos, vi la mirada de horror de Alaric mientras iba desapareciendo y tan solo pude cerrar los ojos. El torbellino dentro del portal me succiono y  antes de que desapareciera por completo, Alaric agarro el libro con los dedos y fue succionado también. Tomé el libro con más fuerza mientras abría los ojos y veía como Alaric reaccionaba y trataba de quitármelo.
-          ¡No! – Gritó con fuerza cuando el libro se rompió en dos y nos separábamos en la oscuridad.

Segundos después caí encima de un piso de madera. Me quede allí, quieta abrazando parte del libro que había conseguido y con el anillo aun latiendo en mi dedo. Suspiré mientras veía el techo blanco de mi antigua habitación, ahora completamente vacía. Me levante lentamente.  Se fue. Pensé con algo de tristeza al entender que mi padre se había mudado.  

-          ¿Y tu que haces aquí? – preguntó con frialdad una voz que me dejó sin aliento mientras veía como alguien se levantaba del piso y se paraba frente a mi, a tan solo 3 metros. La luz que se asomaba por la ventana me dejó verlo detenidamente. Estaba completamente vestido de blanco y sus risos ahora estaban más cortos que antes pero era el.
-          Will…- susurré mientras mi sangre se helaba y mi corazón comenzaba a palpitar desenfrenado.  Me miró con frialdad absoluta y acorto más el espacio, quedándose a tan solo centímetros de mi.


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El capitulo tardo en venir pero llego, tenia muchas ideas en mi cabeza y no sabia como plasmarlas, espero que les agrade este capitulo.

Benazir! Primero, tu nombre me encanta, me alegra que hayas regresado :D. Segundo estoy segura que este capitulo te aclarara algunas de las preguntas que me has hecho  y que los siguiente también responderán porque ella es lo que es. Saludos y espero saber de ti pronto.

Silvita! Claro que me encantan tus comentarios y muchas gracias por decir eso sobre mi amiga, la verdad la estamos llevando mejor cada día aun que siempre hay recaídas. Por el lado de la historia solo puedo decir que la guerra va más haya de Debra. Pronto, pronto sabrás que es lo que esta ocurriendo. Espero que este capitulo te guste mucho, saludos J.

Karlita! Que bueno que te guste esta historia y no te decepciones tan rápido, tanto Will como Alaric seguirán apareciendo como se puede percibir en este capitulo así que quien sabe, uno nunca sabe lo que puede ocurrir no?

Celeste! Bueno espero que hayas entendido con este capitulo que es lo que pasaba si se ponía la cruz. Puede sacarse el anillo pero eso no quiere decir que Adamis salga de su cuerpo, ya son una. Por otro lado, espero que te haya gustado y que siga asi siempre.

Saludos a todas y un abrazo psicológico inmenso.

Luciana 

pdt: cerre el chat por que habían muchos spams