Will me miró por un instante más y sonrió
ampliamente pero sentí el desconcierto en sus ojos . Recogió su collar sin
decir nada y salió de la habitación, no sin antes mirarme nuevamente por tan
solo unos segundos. En ese momento me di cuenta de que me había estado mirando
de esa manera extraña todo el periodo en el que había estado aquí. Fruncí el
seño y evité pensar en eso, ahora estaba más preocupado por otras cosas que sus
miradas extrañas.
¿A
menos que se sintiera decepcionado por lo que soy ahora?
Rápidamente saque cualquier pensamiento
estúpido de mi cabeza, me estaba imaginando todo, debía de ser eso. Porque el
mismo me trajo aquí, si no quisiera que fuese una Eter ¿por qué haría algo así?
Es
mejor tenerte viva que muerta.
Las palabras de Adamis retumbaron en
mi cabeza haciendo que mi cuerpo se sintiera repentinamente cansado. Me eche en la cama y suspire sonoramente, todo
esto era demasiado para mi. Los eventos estaban pasando tan rápido que no tenia
ni un minuto de descanso. Solo tenia algo muy claro y era matar a Victoria. No
importaba como lo conseguiría, solo tenia que hacerlo. En ese momento, algo
pasó por mi mente, fue un destello, no se si un recuerdo pero estaba allí.
Cerré los ojos y vi:
Había una muchacha morena, de cabello rizado
salvaje. Besaba a alguien debajo suyo, un muchacho de piel pálida. Lo besaba
como si la vida se le fuera en ello, prácticamente se lo comía vivo. En ese
momento pude ver su mano, el anillo en el que vivía Adamis brilló por unos segundos hasta esconderse detrás del cuello
del muchacho y atraerlo más a ella.
Comprendí que era una de las antiguas Isigos
que había tenido a cargo Adamis pero
no entendía porque me lo mostraba. Ni si
quiera tuve tiempo para preguntar más, en ese instante vi lo que ella quería
mostrarme. La muchacha le susurró algo al oido.
-
Quiero que
probemos algo nuevo.- dijo alejándose un poco del muchacho de ojos de gato. Un demonio.
El
chico asintió, completamente excitado, mientras se quitaba el polo presuroso.
Fue en ese instante que la muchacha comenzó a besarlo con más ganas, si eso era
realmente posible. Fue ahí cuando vi como entre sus besos, también le
succionaba poco a poco parte de el, su esencia estaba desapareciendo entre sus
labios. Al principio el muchacho no lo percibió pero poco a poco comenzó a
asustarse y a tratar de alejarse de ella. Era demasiado tarde. Las fuerzas se
le iban tan rápido que sus brazos caían flácidos a los costados.
-
No lo mates,
nos servirá más tarde.- se escuchó la voz de Adamis y la chica morena se alejo de él, con una sonrisa de
satisfacción en su rostro y sin el menor atisbo de remordimiento.
Aun se veía la respiración profunda del
muchacho pero eso era todo, estaba desmayado. La chica morena sonrió aun con
más ganas, se vistió y le quito todo el dinero y pertenencias que llevaba.
-
Era una
ladrona.
-
No todas
tuvieron una vida fácil como tu. Teníamos que sacar dinero de donde sea, para
sobrevivir.- habló Adamis con
tranquilidad.
-
¿Con este
recuerdo que sugieres? – pregunté
-
¿No es
obvio? No quieres matarlo y por ahora te lo concedo pero necesitamos la pulsera
para matar a Victoria y proteger a Kaia. Así que se la sacaras de esa manera.
-
Pero es
tan…- un repentino miedo recorrió mi columna vertebral. Solo había estado una
vez de esa manera con alguien y ese era Will.
No me apetecía hacer eso con alguien más, no con Soren, no para quitarle
algo. Tan solo pensarlo me hacia sentir sucia. Escuché el chasquido de la
lengua de Adamis dentro de mi.
-
Tonterías,
podemos hacerlo.- habló algo fastidiada. Asentí en silencio, sabiendo que era
en vano replicar.
-
¿Quieres
mostrarme algo más? – pregunté. Se mostro unos instantes vacilante.
-
No y será
mejor que descanses. – concluyó con sequedad.
No sabia lo que le pasaba y poco me
interesaba. Cerré los ojos con cansancio y me deje llevar por el sueño. Para mi
pasaron tan solo minutos cuando alguien prendió la luz y obligó a que mis ojos
se abrieran. Parpadee un par de veces
hasta ver a Soren y allí estaba, nuevamente esa mirada, ¿ahora en él? Parecía como
si le costara ver en lo que me había convertido. Suspiré molesta y él lo notó.
Sonrió juguetonamente mientras sus ojos se posaban en mis labios. Al instante sentí su aroma, ligeramente más
acido que antes. ¿Cómo es que cambiaba
tan rápido? Pronto ya no quedaría nada de él y eso me apenaba, de una
manera extraña que aun no entendía. Vi
su vestuario. Ahora traía un traje gris que parecía especial para el frio.
-
Vístete,
quiero mostrarte algo.- habló con tranquilidad mientras ponía algo en mi cama.
– y ponte el collar.
Salió de la habitación. Rápidamente me quite
la ropa y observe la cicatriz de apenas unos centímetros en mi vientre. Pare el
dedo por ella y sentí un escalofrió. Por lo que había aprendido los Isigos se
curaban rápido pero esta cicatriz parecía no querer irse. Seria el recuerdo
permanente de que Carrie me había dañado y que por ello Will la había matado.
Trague fuertemente y me puse los pantalones mullidos, la cafarena de lana gris
y la casaca de plumas del mismo color. Recordar
ese día era simplemente doloroso. No
sabia donde estábamos para vestirnos de esta manera pero estaba segura que aun
no sentía el frio por la calefacción. Trate de ver por la ventana que era por
lo menos medio metro más alta que yo y no pude ver nada, solo sabia que el
cielo ya estaba comenzando a oscurecer. Saqué como pude el collar de debajo de
la cama y lo guarde en uno de mis bolsillos, se sentía tibio al tacto y eso me
erizó la piel unos segundos. Toqué la puerta algo tímida y Soren la abrió para
dejarme salir. Me sonrió ampliamente pero nuevamente sentí esa mirada.
-
¿Quieres ir
al baño? – me preguntó. Fruncí el seño. Así que había algo en mi cara.
-
¿Me veo tan
horrorosa? – pregunté y el sonrió mientras tomaba mi mano y entrelazaba
nuestros dedos con suma normalidad.
-
Horrorosa no
es la palabra exacta, sino hermosa.- habló, suspiré furiosa. Ya comenzaba a
entender lo que sucedía y eso me heló la sangre y me puso nerviosa.
-
Si cambie ¿por qué no lo dijiste antes? –
pregunté con severidad para evitar verme aun más nerviosa. Soren se encogió de
hombros.
-
Supuse que
seria mucho para asimilar en unas horas.
Suspire frustrada y miré a mi alrededor. El
pasillo de piedra, estaba completamente vacío. No tenia ni una sola ventana,
todas eran puertas de metal como la mía. Entre las puertas habían focos en
forma de antorchas que iluminaban completamente la estancia. Soren apretó más
mi mano y me llevó hacia otro pasillo. Me mostró una puerta que no tenia seguro
y pude entrar. Era un baño comunal, amplio y completamente iluminado. A la derecha estaba las duchas y los retretes
y a la izquierda los lavamanos con los espejos…
Me quede paralizada al ver mi reflejo en
ellos. Era yo pero a la vez no era yo.
Ya no tenia los ojos negros ni tampoco marrones como antes de convertirme en
una Isigo, ahora los tenia casi grises, oscuros pero grises. Mi cabello ya no
era negro, lacio y con cerquillo, lo había suplantado un cabello castaño, muy
parecido al que tenia antes pero este tenia ondas, aun era corto y lo más
extraño es que algunas puntas, eran doradas. En ese preciso instante se me vino
a la mente el día en que Carrie se pinto el cabello de rubio pero no era ese
rubio era uno tendiendo a…el color de Adamis.
La revelación me tomó por sorpresa, vi mi nariz, algo más perfilada que antes,
sutilmente pero era diferente, como la de ella y mi labio inferior ligeramente
mas hinchado…como el de ella. Mis ojos eran del color…de los de ella. ¡Oh por Dios! Pensamos las dos al
unísono. La transmutación había sido más que juntar nuestras almas, me habían
transformado a mi también, poniendo algunos de sus rasgos en mi rostro. Me veía
tan diferente. Tomé aire, presa del pánico, estaba a punto del colapso.
¿Cómo
nadie se había percatado de que no era yo aun que pareciera ligeramente yo?
Entonces
entendí la mirada de Will y por qué ahora Soren se interesaba en mi y antes ni
si quiera se había fijado. Trague
fuertemente y me senté en uno de los retretes. Puse mis manos en mi cara y me
sentí perdida. La chica de cabellos
largos de color castaño y de ojos cafés se había ido y había dado lugar a una
joven pálida, sin mucha gracia con cabello corto y negro pero esto…esto era demasiado
para mi.
-
¿Debra? –
preguntó Soren frente a mi y se arrodillo al instante. ¿me había estado llamando antes? Levante la mirada sin quitarme las
manos de la cara. – Will me dijo que te veías así antes y que seria chocante
rencontrarte con tu rostro. Lo lamento.- habló y me abrazó con fuerza.
Will, sabia que era diferente pero por alguna
extraña razón prefirió mentir por mi. ¿por qué ?
Quiere
protegerte. Dijo Adamis. Suspiré y abrasé con más fuerza
a Soren. Valiente. Me dije a mi misma
y me alejé de él. Lo mire por unos instantes a los ojos color caramelo y no pude evitar preguntar.
-
¿Es por eso
que recién te fijas en mi? – quise sonar débil y tímida pero mi voz sonó fuerte
y hasta amarga.
Soren me miro por unos instante a los ojos. Vi
como titubeaba por unos cuantos segundos. Luego negó con la cabeza tajantemente
y sin previo aviso sus manos tomaron mi rostro con cuidado obligando a que lo
mirara a los ojos.
-
¿Tu crees
que si no me hubiese fijado en ti, te hubiese salvado? – preguntó con voz neutra.
Tragué y comencé a respirar
entrecortadamente. Nuestra cercanía hacia que mi corazón palpitara rápido,
lleno de temor y alguna extraña ansiedad que comenzaba a crecer dentro. Me encogí de hombros. Sabia que la respuesta
era no. Ningún demonio en su sano juicio se metería en una pelea de Eteros e Isigos,
pero el si lo hizo… lo hizo por mi. En ese instante me sentí completamente
estúpida. Había pasado más de un mes desde que me rescató y era precisamente
ahora ¿cuando me daba cuenta de lo que realmente ocurría? La idea de salvar a
mi hermana y a Will me había segado por completo ¿qué más había dejado pasar
por alto?
-
Ese dia vi a
una chica hermosa y aterrada. No me importó si eras Isigo, yo solo tenia la
necesidad de ayudarte. Jamás me hubiera perdonado no hacerlo a pesar de que ni
si quiera me conocieras. Eras diferente…
-
Si te guste
desde el principió, ¿por qué recién ahora?
-
¿Me creerías
si te digo que no tenia la valentía para decírtelo? – preguntó. Mis ojos se
encontraron con los suyos. Recordé el día en el que me dijo que no pertenecía a
los demonios aun que el lo fuera y luego el alivio que sintió al saber quien
era de verdad. – estaba perdido.- continuó.- y eso me hacia débil y sin valor…
-
Ahora que
sabes…- no concluí de hablar. Adamis tomo
el control de mi cuerpo e hizo que sin previo aviso lo besara con fuerza. Ahora
no, por favor ahora no. Pensé mientras mis labios chocaban con los suyos.
-
Yo también
siento lo mismo por ti.- susurró Adamis
por mis labios. Miré los ojos de Soren, completamente convencido.
-
El salir de
este lugar hará que tu collar se active y dejes de sentir…- nuevamente no dejé
que concluyera. Lo bese con rapidez.
-
Deja que me
quede entonces. Deja que viva aquí lo más que pueda. No quiero perder lo que
siento.- hable casi con desesperación y esta vez Adamis no influenció en mis
palabras. Soren sonrió ligeramente.
-
Temía que me
dijeras lo contrario.
La sede de los Eteros quedaba en medio de la
zona más fría de Nepal y menos accesible, entre unas cuantas montañas nevadas
completamente escabradas. Era una gran fortaleza que daba a un acantilado muy
empinado. La única forma de venir hasta aquí era por portales, existían solo 3
estáticos en el lugar, en una gran estancia llamada la sala mayor. Los Eteros
entraban y salían por ese lugar continuamente. Nadie reparaba en verme, todos observaban
con nerviosismo a Soren, como si le temieran. Mientras caminábamos comencé a
observar cada una de las puertas y los pasillos, tratando de hacer un mapa
mental en mi cabeza sobre todo lo que veía en la fortaleza. Llamó mi atención
una puerta grande de madera y con bordes de acero.
-
¿Qué hay
allí? – pregunte señalando la puerta con la mirada. Soren se mordio ligeramente
el labio mientras me jalaba para caminar mas rápido.
-
Es el salón
de armas. – hablo despreocupado.
-
Ha vaya, dijiste
que me querias mostrar algo. – cambié rápidamente de tema. Una sonrisa apareció en su rostro al
instante.
-
Es algo en
lo que he estado trabajando poco tiempo pero esta teniendo grandes resultados.
– habló orgulloso
-
Puedo
preguntar ¿qué?
-
Ya lo
veras.- habló con misterio y aceleró el paso.
Caminamos por unos cuantos pasillos más hasta
que unos guardias nos abrieron unas puertas amplias. El frio congelo mi rostro
por unos segundos, haciendo que me abrazara a mi misma. Soren posó su brazo
sobre mis hombros y me dio un beso en la sien mientras observamos el hermoso
paisaje. Estábamos parados en una especie de terraza de piedra y frente a mi, no solo se veían nevados y más nevados sino
que, había un hermoso valle. Pequeño pero completamente verde, hacia que todo
eso se viera algo irreal. Caminé rápidamente hasta el final de la terraza, una
especie de muralla pequeña me dividía del pequeño valle, unos metros más abajo.
Pude ver que mas haya aun estaba el gran precipicio del que Soren me había
hablado pero a los costados el valle se fundía con los nevados.
-
Magia. –
susurró con una gran sonrisa. Lo mire a los ojos, ojos que ahora brillaban de
felicidad.
-
¿Tu hiciste
esto? – pregunté sorprendida. El negó con la cabeza y observó a lo lejos.
-
Fuer
Victoria.- habló he instintivamente puse mala cara. - No es tan mala…
-
¿A todo esto
donde esta ella? – le corté bruscamente. Soren suspiró y me miró a los ojos.
-
No lo se,
casi nunca esta pero me da mucha libertad y me ha dejado leer muchas cosas
sobre lo que soy.
-
Vaya.- dije
algo pensativa. Odiaba que esa mujer
llenara la cabeza de Soren con patrañas. ¿no es mala? ¡Soren estaba bromeando!
Tenia que estarlo.
Al parecer se dio cuenta de mi repentino
cambio de humor y me dio un beso en la frente fugaz.
-
No hablemos
de ella.- dijo con tranquilidad. Quiero mostrarte lo que yo estoy haciendo
aquí. – dijo y yo sonreí por obligación.
-
A ver…
En ese momento Soren se alejó de mi y silbo
con todas sus fuerzas. El eco de su silbido se escucho en todo el lugar y sentí
como si los nevados retumbaran con su voz. Al principio todo se quedo en
silencio hasta los Eteros que caminaban por ahí se quedaron completamente
estáticos, segundos después varios sonidos, como si algo viniera corriendo se
dejaron escuchar. Aparecieron de entre las montañas, al principio no supe
reconocer lo que eran pero a medida que fueron llegando, mi cuerpo comenzó a
helarse más y más. Eran lobos o algo muy parecido a ellos pero mucho mas
grandes y corpulentos. Tenían grandes melenas grises, plateadas y blancas, sus
ojos eran verdes, con pupilas en forma de rendija como gatos. Mostraban grandes
fauces con dientes puntiagudos y filosos, algunos con sangre otros
completamente blancos. Mi cuerpo se escarapelo pero lo que me causo mas
repulsión y miedo fueron los collares morados que se les podía ver en el cuello.
¿Eran Eteros?
-
Esos… -
trate de hablar pero las palabras simplemente no salían por la impresión.
-
Victoria
puede ser buena con las plantas pero no es nada buena con los animales, en cambio
yo…bueno diremos que me llevo muy bien con ellos.- habló mientras esas
abominaciones comenzaban a sentarse en medio del pequeño valle, observando a Soren
con esos grandes ojos verdes que ahora que se veían mejor tenían un extraño y
sobrenatural halo negruzco. Eran en total 10, una gran jauría de animales
extraños.
-
¿Qué son? –
pregunté aun asustada. Soren posó nuevamente su brazo sobre mis hombros.
-
Los crishas
son los demonios que se encuentran en los collares, los que pueden controlar a
los anillos. Por alguna razón solo pueden vivir a costa de otros seres
diferentes. – lo miré extrañamente.
-
No entiendo.
-
Si tu te
pondrías un collar de crisha sin el anillo, no funcionaria, tienen que estar
los dos juntos. – asentí con la cabeza y observé a los grandes lobos, ninguno
de ellos tenia algo dentro del collar. – en fin, ningún Etero quería tener
cuerpo de lobo así que cuando se generaba la unión de cuerpos siempre moría el
animal hasta que…
-
¿Qué? –
pregunté al escuchar que se había quedado en silencio.
-
Hasta que
comenzaron a usarse demonios.- concluyó el con dramatismo.
Entonces todo encajó en mi cabeza como un
rompecabezas extraño. Por eso habían raptado a demonios, para utilizarlos como
conejillo de indias. Sin embargo, aun no entendía como Soren había entrado en
todo esto.
-
como te
dije, Victoria es mala con esto de la magia. Le cuesta mucho ¿sabes? Asi que
cuando yo vine mi primera prueba fue hacer que la transmutación de demonio a
lobo sea correcta y lograr que el crisha lo dominara. Fue pan comido…
-
Soren.-
susurre. – mataste gente. – hablé sin poder evitarlo. Soren me miro a los ojos
con intensidad.
-
No me mires así,
les di otra oportunidad, después de todo los demonios terminaran siendo
eliminados o sometidos.- dijo con frialdad. Suspiré y evité su mirada. ¿en que
se estaba convirtiendo?
-
¿Piensan? –
pregunté y el asintió.
-
Son muy
inteligentes y receptivos pero solo me hacen caso a mi.
-
¿Por qué no
le muestras lo que hacen tus mascotas? – preguntó una voz detrás de nosotros.
el cuerpo se me heló al girar y ver a Will allí. Completamente de blanco,
parecía tranquilo aun que su mirada seguía siendo de sorpresa cuando me veía.
-
¿Para
qué crees que la he traído? – preguntó
Soren con voz amena como si fueran amigos de toda la vida.
Me dio un beso en los labios, rápido solo
para reafirmar ante Will que yo ya no era suya. Evité mirar los ojos de Will
mientras Soren daba un salto y caía en
el valle. Los perros se le acercaron con cautela y el los acarició con
felicidad.
-
Will…-
susurré mientras sentía su cercanía a mi costado sin poderlo observar porque
sabia que Soren lo notaria. Notaria el cariño que aun sentía por Will, ese amor
que no seria fácil de olvidar a pesar de que el ya no me amaba.
-
Hice lo que
me pediste. – habló sin verme. Soren llamó a un par de Eteros que comenzaron a
lanzar cosas hacia el acantilado para que los lobos lo trajeran. Suspiré.
-
Gracias.-
tragué saliva y lo miré algo confundida por unos segundos.
-
Si escuche
bien, hace unas horas dijiste que habías pensando en ¿suicidarte? – pregunté y
sentí como el cuerpo de Will se tensionaba al igual que el de Soren. Estaba
escuchando todo. Me di cuenta que mi pregunta había sido demasiado imprudente.
-
Todos los
Eteros pasamos por eso en algún momento, el dolor que generan los crisha al
principio es insoportable.
-
¡Tu no sentirás
eso! – gritó Soren mientras hacia contacto visual conmigo desde el valle. A
unos 20 metros de distancia. Asentí con la cabeza mientras Will me miraba
confundido.
-
Decidimos
que me quedaría la mayor parte del tiempo aquí, para tratar de que el collar no
despertara. – Will asintió. - ¿ por qué no me dijiste que estaba….cambiada
? -pregunté con cautela. El sonrió con tristeza.
-
Tal vez no
decir la verdad fue imprudente pero tenia que protegerte. Ya sabes…verte como
antes, fue un choque grande, no quería…
-
Que me
exaltara.- dije rápidamente y el asintió. Ambos sabíamos que mentía pero no iba
a tratar de averiguar por qué.
-
Protegerte
aun sigue siendo mi misión, a pesar de que nuestros caminos ya estén separados.-
habló con tranquilidad pero eligió bien sus palabras. Soren se relajó y siguió
mostrándome su espectáculo mientras que yo…yo ya no quise saber nada más sobre
el tema.
Perdón! He tenido muchas cosas que hacer y no
he tenido tiempo de publicar, me gusta la historia y la terminare J pero ténganme paciencia, que solo falta un
mes para que termine la U y se me hace difícil además, he estado pensando en
una nueva historia que se llama SHIA 42. Estoy segura que si la llego a
publicar aquí, después de esta, les gustara J.
Por otro lado, hay una parte (parte del suicidio) que eliminé hace tiempo de la
historia pero para que la entiendan más se las publicare en la siguiente
entrada.
Saludos,
Lu.