Lo primero que sentí fueron unas ganas tremendas de abrazarlo pero luego
esa felicidad se opacó por el dolor aun latente en mis brazos y el hecho de que
tal vez él nunca sintió lo mismo por mi. Esa sensación hizo que la frialdad y
el recelo se apoderaran de mi por completo.
-
¿ Tu qué haces aquí? –
pregunté con frialdad en la voz y di dos pasos hacia atrás. El miró a la
habitación como si estuviera recordando algo.
-
Recuerdo que nos echábamos en
tu cama, no necesitaba besarte yo solo…yo solo quería abrazarte para siempre. –
habló con una voz seria y fría. Ese no es mi Will.
-
No has respondido mi
pregunte.- dije y di dos pasos más hacia atrás. – ¿qué haces aquí?
-
Es el único lugar en el que
puedo pensar con claridad. Aquí puedo recordar sin dolor. – habló y me miró con
intensidad a los ojos. Me mordí el labio y ajuste con fuerza el libro que tenia
apretado a mi pecho con ambas manos, lo ajuste para no soltarlo y abrazar con
todas mis fuerzas a Will. – ¿sabes lo que pasa cuando te conviertes en un Eter?
– preguntó y sin que respondiera sacó el collar que tenia metido dentro de su
polo. Brilló con ese tono morado, dejando ver dentro de el un aro plateado. –
este demonio, hace que duela recordar, tanto que comiences a sentir odio por
esos recuerdos. – continuó y por primera vez pude ver un brillo en sus ojos de
verdadera tristeza. – aquí la bestia se calma un poco. – habló y bajo la
mirada. Tomé aire con fuerza para no resquebrajarme.
-
¿Dónde esta Carrie? – pregunté
con la voz temblorosa. Levantó la vista y sonrió con malicia.
-
Te quiere muerta, no deberías
de preguntar por ella. – dijo y comenzó a examinarme con la mirada. – ¿qué eres
ahora? – preguntó algo confundido al ver mi dedo anular.
-
Sigo siendo yo.- respondí con
cautela y el negó con la cabeza mientras abría los ojos aun más.
-
Siento que hay más de Eter en
ti que antes y también de demonio.- continuó.
Supe al instante que sentía la presencia de la pulsera. Di dos pasos para
atrás y choque con la pared de mi habitación. El comenzó a caminar hacia mi.
Apoyó sus dos manos en la pared a la altura de mis hombros, evitando así que
escapara. Respiró profundo y me miro a los ojos con intensidad.
-
Se lo que tienes y no te
pertenece.- susurró a mi oído. Comencé a respirar entrecortadamente mientras
chocaba su frente contra la mía. Tragué saliva y lo observé a los ojos.
-
¿Vas a tratar de quitármelo? –
pregunté en casi un susurro.
Entendía que los minutos de tregua se habían acabado y que a pesar de
que me recordaba, ya no era mi Will. Me tomó del rostro con ambas manos y
sin previo aviso me besó con tanta vehemencia que me quitó el aliento. Tan solo
duró segundos y luego se alejó de mi.
-
Dulce como siempre.- habló con
una sonrisa triste. Lo mire con tristeza mientras el aun seguía tocando mi
rostro.
Volvió a besarme, esta vez con más fuerza, ambos estábamos tan necesitados,
nuestros cuerpos se habían extrañado tanto que no me importo soltar el libro y
rodear su cuello con mis manos. Mordió mi labio inferior dejando que la sangre
fluyera entre nuestras bocas. Comenzó a quitarme la chaqueta, sentí como sus
manos pasaban sobre la pulsera y en ese instante sentí su necesitada por ella.
No me quería a mi, la quería a ella.
-
No…- susurré y lo empujé con
fuerza. Se alejó sin decir nada y comenzó a respirar entrecortadamente.
-
Esta en mi naturaleza, no amar
nunca más, Debra. – habló con frialdad.
Me limpié la sangre de la boca con la manga, mientras Will se
agachaba rápidamente y tomaba el libro. Me miró por un segundo. - realmente
desearía hacerlo… - concluyó y sin decir más comenzó a observar el libro,
me preparé para lo peor mientras lo abría y miraba confundido las letras que
estaban escritas. Evité dar un gemido de dolor en el instante en que me
lo entregó sin ni siquiera mostrar resistencia, aun quedaban rezagos del
verdadero Will en él. Abracé con fuerza el pedazo de libro y suspiré, ni si
quiera podía hablar, no encontraba las palabras ni la fuerza para hacerlo.
-
Va ser mejor que te pongas esa
pulsera antes de que te la quite yo o alguien más, así por lo menos podrás
salir viva de esta guerra. Todo aquel que no este de nuestro lado morirá y no
voy a poder protegerte. – continuó y por un segundo sentí que era mi antiguo
Will pero luego la ilusión se acabo al entender sus palabras. Asentí con la
cabeza.
-
Entonces…
-
Por los viejos tiempos, te
daré unos minutos para escapar. – habló y se alejó de mi. Me quede pasmada, sin
saber si lo que decía era real o no. - Es cierto.- susurró Adamis
dentro mío . Al ver que no reaccionaba, tomó el control de mi cuerpo he hizo
que tocara el anillo transportador.
-
Encontrare la forma de
ayudarte… – susurré antes que el portal me succionara pero no sabia si eso
llegaría a ser suficiente.
Estaba tan conmocionado por lo que acababa de ocurrir que solo pensé en
casa de Soren. Caí de espaldas en un piso liso y frio. Lo primero que se me
vino a la cabeza es que no era madera y por lo tanto no estaba en casa de
Soren. Mi corazón comenzó a latir con fuerza, llena de miedo, me pare sin poder
ver nada.
¿Dónde estamos? - Pregunte dentro de mi.
No
lo se, el libro nos ha debido traer aquí.- habló Adamis. Aspire con
fuerza y sentí el aroma de tantos Isigos que llegue a marearme. - es
cuestión de tiempo. Dijo impaciente Adamis. Ordenó a mi cuerpo dejar el
libro en el suelo y sacarse la chaqueta. Expectante sentí como arrancaba la
cadena de mi cuello y me ponía el anillo en el dedo anular, luego sentí como
mis manos le hacia un nudo a una de las mangas de la chaqueta y yo misma me lo
metía a la boca. Va doler susurró, lo sabia bien y no había nada para
evitarlo. Sin meditar mucho y sabiendo que cada minuto contaba me arrodille y
comencé a buscar la cruz en mi espalda con las manos. Me dolían ligeramente los
hombros por hacer tal contorción pero no pare. Al cabo de unos segundos logre
palmar la cruz y sin esperar más tiempo la arranque con todas mis fuerzas. Mi
grito de dolor fue casi mudo gracias al nudo que tenia en la boca, sentí como
la cruz se desligaba de mi y el anillo volvía a ser parte de mi cuerpo,
haciendo que sintiera una gran presión en todo mi ser que simplemente me dejó
privada . Caí hacia un costado algo fuera de equilibrio y respirando aun con
mucha dificultad, como si fuera un pez recién salido del agua. -¡No hay
tiempo! - Habló con mucha preocupación Adamis. Sabia que cada minuto
contaba pero estaba exhausta. Adamis sacó fuerzas por mi, comenzó a
buscar la pulsera en la chaqueta con rapidez y algo de torpeza. - Ya vienen,
los siento. - Susurró con verdadero miedo en el mismo instante en que
tocaba la pulsera completamente liza y tibia mientras algo frente mío se abría
dejando pasar la luz y así deslumbrando por completo mis ojos.
-
¡Debra no lo hagas!- gritó la
voz de Alaric pero ya era tarde, acaba de meter la mano dentro del brazalete.
No puedo decir que es lo que exactamente sucedió, por que en el segundo que
existió contacto con mi muñeca, la presión y el dolor fue tal que quede
inconsciente.
Abrí los ojos y estaba en el prado con cerezos. Vi a Adamis
parada frente a mi, completamente seria.
-
Creo que necesitas saber cosas
que el libro no va contarte.- susurró, como si alguien pudiera oírnos. Levante
la cabeza, observando todo, completamente desorientada.
-
¡Ellos…ellos van a matarme!-
dije frenética y Adamis negó con la cabeza mientras me tomaba de los
brazos.
-
La pulsera nos mantendrá a
salvo. – respondió, suspiré con fuerza y me tape la cara con las manos,
tratando de organizar mi cabeza. Tarde 5 minutos, luego levante la mirada y me
encontré con los ojos de Adamis.
-
Comienza explicándome porque
soy la única que puede leer ese libro. – hablé algo molesta.
-
Cierra los ojos y mantente en
silencio. – dijo ella y tocó mi frente.
Lo primero que vi fue el mar azul y un barco pequeño que se movía con las
olas.
-
No recuerdo cuando nací, pero
si se que fue hace muchísimo tiempo. Mi padre era un pescador y mi madre
tejía redes. – habló Adamis señalando la embarcación.
Estábamos parados en la costa y desde allí pude ver a la pareja de
esposos y también a dos pequeños niños, reconocí a Adamis por su
cabellera rubia, apenas tenia unos 10 y vi a otro muchacho con el cabello
cobrizo, tal vez uno o dos años mayor, ambos ayudaban a su madre mientras
sonreían.
-
Creo que éramos felices, hasta
que…– se escuchó el inicio de una fuerte tormenta y su recuerdo cambio
vertiginosamente.
Llegamos a un bosque de arboles altos, había gente gritando en un idioma
que no entendía y olía terriblemente fatal. Vi con tristeza como 6 demonios
atacaban al padre y hermano de Adamis, los reconocí por el aroma a podrido
que emanaban sus cuerpos. Los mataron sin piedad frente a los ojos de una Adamis
aterrada y su pobre madre, al acabar con ellos, arremetieron contra ellas.
Cerré los ojos sin querer observar lo que estaba a punto de pasar, escuche los
gritos desgarradores de ambas mientras tomaba con fuerza la mano de Adamis para
darle fuerzas.
-
Abusaron de ambas…- susurró y
luego se mantuvo en silencio mientras los gritos seguían y seguían.- Mataron a
mi madre antes de que Akon llegara…- continuó, abrí los ojos.
Observé como un hombre de túnica negra aparecía de la nada blandiendo una
espada, atacaba a todos con tanta facilidad que parecía un juego. Ni si quiera
tuve que pensar mucho, sabia que esa era la misma espada que había utilizado
Alaric esa noche.
-
Akom me permitió viajar con
el…- dijo Adamis mientras pasaban recuerdos donde el hombre, que aun
tenia puesta su larga túnica y no dejaba ver su rostro le sanaba las heridas y
le daba de comer. – el me enseño todo lo que se ahora. – continuó y pude
observar recuerdos en donde ella aprendía a cazar conejos, a utilizar espadas y
hasta a luchar cuerpo a cuerpo – éramos errantes, nunca nos quedábamos mucho
tiempo en un lugar. Sabia que él era diferente y que buscaba algo pero no sabia
que, jamás habló mucho, no hasta el final.
-
¿Tu sabias que el era
diferente?- pregunté, me miró con molestia y recordé que no debía hablar, baje
la cabeza algo apenada.
-
Si lo sabia, el don que tienes
para oler las esencian, proviene de mi. Siempre tuve el olfato mas
desarrollado, mi padre decía que era un don para la pesca, yo creía que era mi
perdición. El primer día que vi a Akom, sentí su olor, era diferente,
pero así como tu viste a Soren y no te asustaste, yo también me quede con
Akom.- la mire confundida. Solté su mano mientras la imagen cambiaba y
llegábamos a una ciudad de casas blancas. Parecía Atenas pero algo en ella la
hacia mas especial, diferente…
-
Llegamos a Atlantis cuando yo
cumplí 15 años, el prometió que nos quedaríamos un buen tiempo allí.- continuó
y supe en ese instante que estaba viendo algo que nunca nadie normal había
visto en su vida, la ciudad que se perdió. – era una sociedad obsesionada
con la inmortalidad, se había encargado de traer a los más prestigiosos
estudiosos para que lograran encontrar la formula pero simplemente nadie la
conseguía, ni si quiera Akom durante los 5 primeros años. Se pasó todo ese
tiempo metido en una habitación, a veces ni si quiera salía a comer por
semanas. Fue la primera vez que yo tuve que salir adelante por mi misma, hice
amigos..- al decirlo apareció un recuerdo, ella caminaba junto a un muchacho de
cabellera negra y rostro rudo que me recordaba al de un león. – el era Odelis…-
susurró y rápidamente el recuerdo se desvaneció. – no se que le hizo cambiar de
opinión pero un día, Akom me abrió sus puertas y me explico que es lo que
iba hacer.
En ese momento pude ver y sentir por primera vez a Akom, tenia el cabello
rubio y largo, una barba realmente tupida pero lo que más me impresionó fueron
sus ojos caramelo y su olor dulce. Lo miré completamente aturdida.
-
Es un demonio.- susurré y Adamis
asintió con la cabeza. – Pero…- mi corazón latía agitado mientras Akom hablaba
con la Adamis del pasado en un idioma que no podía entender.
-
El cuenta nuestra historia y
su historia. Su pasado…esta allí, escrito en el libro. El no quería que nadie
se enterara, pero tampoco quería olvidarlo, solo confió en mi. Me pidió…- negué
con la cabeza rápidamente.
-
¡El es un demonio, igual a
Soren y Kaia! ¿cómo es que nos creó un demonio? – pregunté al borde de la
historia, mis manos temblaban y mi cerebro formulaba preguntas a cada segundo.
-
Necesitas tranquilizarte-
hablo Adamis tratando de tocarme pero me aleje rápidamente de ella.
- Nadie tiene que saber la verdad Debra…si lo saben la cimentación de
nuestra sociedad correría peligro. – habló ella mientras sentía un revoltijo en
el estomago.
-
Adamis- susurré sintiendo que algo iba mal, ni si quiera pudo responderme,
comenzó a desaparecer como todo lo que estaba a mi alrededor. Estaba
despertando.
Escuche a alguien susurrar mi nombre una y otra vez hasta que supe
reconocer la voz. Abri los ojos y mire a Alaric al costado mio, tenia mi mano
entre las suyas y aun que debía de estar molesto parecía muy preocupado. Nos
miramos por un interminable segundo en el que ninguno supo que decir o como
actuar.
-
¿Dónde estoy?- pregunte al
darme cuenta que estaba sobre una cama y algunos candelabros alumbraban la
habitación, era pequeña, el techo era en forma ovalada y las paredes eran de
granito. Me senté alejándome lo más que pude de Alaric mientras tocaba mi mano
adolorida, aun con ambos anillos y el brazalete. – ¿porque me ha podido
tocar? –le pregunté a Adamis. Alaric se tensó al darse cuenta de mi
actitud llena de recelo. – no quiere hacerte daño, por eso pudo. –
Susurró Adamis dentro de mi cabeza.
-
Estamos en la iglesia de
Loira, dicen que es un lugar sagrado. Solo los Isigos podemos entrar aquí.-
asentí con la cabeza mientras evitaba su mirada.
-
¿Por qué a pesar de todo no me
odias?- fue lo primero que pude preguntar en casi un susurro mientras me tocaba
la muñeca. Alaric pareció sorprendido por la pregunta, sin decir nada se sentó
a mi costado y busco mi mirada, levantando mi quijada con uno de sus dedos.
-
¿Por qué debería de hacerlo? –
preguntó muy cerca de mi pero esa cercanía no me intimido, me quede allí, justo
donde estaba. Lo mire a los ojos pensando en lo diferente que era de Will a
pesar de tener sus mismas facciones.
-
Te decepcioné…entre otras
cosas- dije completamente avergonzada y bajé la mirada. Por alguna extraña
razón, estar a su lado me hacia sentir completamente vulnerable. Alaric asintió
débilmente, sabiendo que la lista era inmensa pero no quiso nombrarla.
-
Aun así no…no se porque no
puedo odiarte.- habló, lo mire a los ojos y nos quedamos en silencio.
Por alguna razón, este tiempo separados había generado una conexión más
grande y profunda entre nosotros que no podía explicar. No lo conocía pero a
pesar de eso sentía que de verdad sabia más de el que de mi propio Will. Lo
sentí acercarse a mi, sentí su aliento rosar mi rostro y simplemente baje la
mirada, completamente avergonzada. Besarle seria traicionar a Will y a
pesar de todo lo que había ocurrido aun no estaba dispuesta a hacer eso.
-
¿Dónde esta el libro?-
pregunté nerviosa y sin poder mirarlo a los ojos.
Sin previo aviso me tomo el rostro con ambas manos y me obligó a verlo,
pero no con rudeza sino como su fuera una caricia. Sus ojos brillaron de una
manera inusual, me hicieron sentir cálida y al fin protegida. Sentí una extraña
sensación en el estomago y tuve que aguantar la respiración para no suspirar.
-
Existe algo entre nosotros. –
Susurró casi suplicante mientras trataba de juntar nuestros rostros. También lo
sentía pero simplemente no podía hacerlo, no con el recuerdo de Will aun
presente.
-
Por favor…-susurré pero no fui
capaz de alejarme, juntó nuestras frentes como lo había hecho Will.
-
¡¿Dónde esta?! – gritó una voz
afuera que reconocí como la de Camille.
-
La están interrogando – dijo
la voz de alguien más. A pesar de todo, escuchar esa frase me pareció cómica,
esta situación estaba muy lejos de eso.
-
¡Déjame pasar! – habló
nuevamente Camille y se escucho un forsajeo. Las puertas se abrieron mientras
Alaric se alejaba de mi y se ponía en guardia para defenderme.
-
¡Perra, lo condenaste, la daga
tenia veneno! – gritó llena de rabia mientras entraba con los ojos hinchados
por tanto llorar y la cara enrojecida de rabia.
Sus ojos brillaron llenos de cólera al observarme en la cama. En ese instante
baje de la nube a la que Alaric me había transportado, caí en la realidad de
mis actos y supe lo que tenia que hacer. Al no recibir respuesta, Camille se
abalanzó sobre mi, o por lo menos trato de hacerlo. Alaric trató de contenerla
pero estaba tan furiosa que lo hizo a un lado y vino de frente a mi, ni si
quiera me tocó. Puse mis manos hacia delante, tratando de protegerme y la
pulsera actuó. Lo único que vi fue un destello verde y luego a Camille chocar
contra una de las paredes. Me quede atónita por la potencia del brazalete, al
igual que Alaric y Camille.
-
Yo…yo no quise.- hablé y toqué
el anillo transportador. – juro que regresaré.- susurré y antes de que
cualquiera pudiera hacer o decir algo más, gire el anillo y pensé en casa de
Soren.
Si había alguien que podido salvar a Casian de un envenenamiento era
Soren depsues de todo, me había salvado a mi así que estaba segura que lo
lograría. Sentí como el remolino me succionó y rápidamente me votó al pasillo
de la casa de Soren. A penas llegué supe que algo andaba mal, las luces
estaban apagadas pero aun así se escuchaban ruidos provenientes de arriba,
ruidos fuertes que me advertían sobre una pelea o algo peor. Comencé a subir
las gradas con grandes zancadas y escuché en ese instante el grito desesperado
de Soren.
-
¡Soren! – grité llena de miedo
y corrí hacia su habitación. Al entrar observé todo completamente
destrozado, la cama revuelta, los cuadros y estantes caídos y a Soren en el
piso, arrodillado y sin parar de llorar. ¿llora? - se pregunto Adamis
sorprendida pero eso era lo de menos. Corrí hacia el y me arrodille frente suyo
mientras lo cogía por los hombros.
-
¿Qué ha pasado? ¿Dónde esta
Kaia? – pregunté. Levantó la mirada, tenia los ojos casi pardos y su olor era casi
acido.
-
Se la llevaron, por ir a
buscarte la deje sola y se la llevaron.- dijo con los dientes apretados,
mientras las lagrimas caían por sus ojos.
-
¿Quién Soren, quién? –
pregunté y la voz se me quebró. ¿Cuan egoísta podía llegar a ser?
-
Eteros…llegaron minutos
después de los Isigos, se llevaron a cuantos demonios pudieron. Todos corrían
hacia los portales…fue el ultimo segundo en que la vi…yo iba tras de ti y…- no
aguanté verlo en ese estado por un segundo más, parecía confundida, tan perdido
que me dolía verlo así. Lo abracé con todas mis fuerzas, al principio se
resistió pero luego acepto mi abrazo y me abrazó aun con más fuerza.
-
Vamos a encontrarla y la
traeremos sana y salva.- susurré y le di un beso en la mejilla. Me alejé un
poco y tome su rostro entre mis manos. – lo haremos Soren, lo juro.
-
No hagas promesas que no
puedes cumplir.- habló con frialdad y se paró. Me paré al igual que el y traté
de buscar su mirada.
-
Podemos Soren. Ahora tenemos
esto y podemos tener de nuestra parte a los Isigos, solo hay que ayudarlos en
algo primero.- hablé mientras le mostraba la pulsera.
-
¿Cómo? ni si quiera puedo
acercarme a su santuario sagrado. – habló con molestia.
Eso parecía ser verdad pero después de lo que había visto en el recuerdo de
Adamis no era cierto. Sentí como Adamis se retorcía dentro de mi,
comprendiendo lo que haría pero no por eso gustándole mi idea sin embargo, ya
era demasiado tarde. Agarré el brazalete y frente a sus ojos me lo quité
con fuerza. El dolor que sentí fue indescriptible pero esta vez y gracias a la
adrenalina que sentía en ese momento no me desmaye. Se la entregué a Soren
mientras me sentía media mareada y la muñeca me ardía.
-
Con esto podrás entrar y no te
harán daño. – hablé, él la tomo entre las dos manos. En ese instante todo
el plan se aclaró en mi mente y supe a que lado pertenecía. Tomé aire y observé
a Soren a los ojos mientras poco a poco se iban aclarando más. – tendremos que ayudarlos
y convencerlos que la mejor forma de parar lo que sea que estén haciendo los
Eteros es entrando a su madriguera. Atacaremos y salvaremos a Kaia.
-
Eso significa que la gente que
conforma tu nueva familia morirá– habló, negué con la cabeza.
-
Ustedes dos, son mi verdadera
familia, jamás debí de mantenerlos fuera de mis planes. Es mi culpa que Kaia
haya sido secuestrada, yo tenia un portal en la mano, debí estar con ustedes.
Ahora es mi responsabilidad salvarla. – Soren asintió con la cabeza y pude
sentir como su aroma se hacia mas dulce a cada segundo que pasaba. Me abrazó
con fuerza.
-
Hagámoslo.
---
Ya se, super tarde pero tengo que serles sincera,
no ver comentaros me desanimo un poco y luego el inicio de las clases me puso
en aprietos sin embargo hice algo que nunca había hecho. Les contare orgullosa
que todo este capitulo estuvo hecho en mi blackberry :) sip, lo escribí (ya que
no tenia tiempo) mientras iba a la u en el carro o mientras tenia uno que otro
tiempo libro. Espero que les guste y que comenten.
Pdt:
ahora tengo mucho que hacer pero a penas pueda respondo sus comentarios,
gracias por comentar de verdad :)