Termine clases! Y aquí estoy, lista para que
lean el ultimo capitulo de esta temporada.
Tengo que admitir que The second chance me ha
costado escribirla, por alguna razón los personajes a veces me hacían pensar
demasiado, muchas veces me parecieron tan confusos que tenia que cranearla para
saber lo que iban a hacer y como iban a actuar. Bueno, aquí esta el ultimo
capitulo de esta primera parte. Espero que les agrade y que se animen a leer la
segunda parte. Por cierto, estoy escribiendo una segunda historia llamada SHIA
42, esta en mi otro blog, pasen a verla, les gustara. Un brazo inmenso a todas.
Prometo contestar sus comentarios pronto :). Las extrañe, espero publicar mas
seguido en vacaciones.
Luciana B.
Capitulo 12
¿Cuándo es demasiado tarde para darte cuenta
que estas cayendo en tu propia red de mentiras? Que al final de todo, eres tan
débil ¿qué sucumbes antes él? Habían pasado cinco días ya y la relación con
Soren iba consumiéndome por dentro, la sensación de sentir sus labios sobre los
míos se había convertido en una droga para mi. Sentía que lo necesitaba, pero
era completamente diferente a lo que un día había llegado a sentir por Will, en
esta relación había más deseo que amor.
El me hacia sentir diferente, sus manos me hacían sentir viva, sus
labios me hacían sentir protegida y sus palabras…querida. Cuando el estaba
junto a mi, era el Soren que un día me salvo, el chico dulce que olía a
caramelo. ¿Cuánto tiempo más podía seguir manipulándolo? ¿Cuánto? ¿Hasta que se
diera cuenta o yo sucumbiera hasta el?
Esa mañana Soren vino muy temprano. Se subió
a mi cama como un felino sigiloso y me beso sin más. Al principio un beso
ligero de buenos días pero después un beso que me dejó sin aliento. Quito las
mantas que nos separaban, nuestras piernas se entrelazaron mientras mis manos
recorrían su cabellera, su cuello y su espalda. Lo necesitaba…. Realmente no
entendía como había logrado colarse tan rápido dentro de mi, haciendo que el
fuera lo único en que pensaba durante horas, me quitaba la razón y la cordura
pero allí estaba yo, olvidando todo por sentir lo que el me hacia sentir.
Estaba tan perdida en sus labios que no me di cuenta que alguien había entrado
en la habitación hasta que ya fue muy tarde. William se aclaro la garganta
secamente haciendo que Soren se moviera a un costado y se apoyara en uno de sus
codos. Tragué y miré a William en silencio, llena de vergüenza. ¿Qué pensaría
ahora él de mi?
- ¿Qué pasa? – preguntó toscamente Soren,
notablemente molesto. William lanzó un bufido.
- Victoria a llegado, pide verte. – dijo con
frialdad y a penas lo hizo el cuerpo de Soren se tensó. Se paró rápidamente de
la cama.
- Pensé que vendría en una semana más.- dijo
tratando de aparentar tranquilidad. William asintió con la cabeza.
- Yo también lo creí.- contestó con algo de
tristeza en la voz. Ambos me miraron. Soren se acerco y me dio un beso en la
frente.
- Nos vemos más tarde Deb.- susurró y me beso
nuevamente, esta vez en la comisura de los labios.
Sin poder evitarlo toque mis labios en
silencio. Parecía preocupado al igual que William.
Soren salió rápidamente, Will en cambio, se
quedo un momento más, cerro la puerta y se apoyó en ella.
- Kaia ya lo termino, tienes que irte hoy.-
dijo en un susurro rápidamente. Fruncí el seño mientras sentía como Adamis tomaba el control de la situación
al sentir que yo aun estaba avergonzada.
Y es que lo cierto era que aun parte de mi tenia
ganas de darle muchas explicación, de contarle todo lo que pasaba con Soren, de
decirle que era una mentira pero no podía. No podía porque ya no sabia lo que
esto era.
- Tenemos- dije rápidamente y salí de la cama.
Di unos cuantos pasos mas hacia el. Will negó con la cabeza.
- Al lugar que van, yo no puedo entrar.- dijo
refiriéndose a la fortaleza de los Isigos, un lugar que solo ellos pueden pisar.
- Si puedes…- susurré y me acerqué mas a el.-
puedo hacer que te conviertas en un Isigo pero necesito que hagas algo antes
por mi.- las palabras provenían de mi pero la que hablaba era Adamis. Yo jamás
hubiera podido hablarle así después de lo que acababa de ver. Una idea borrosa
apareció por mi mente.
- ¿Qué? – preguntó William.
- Primero tienes que decirle a Kaia que haga un
pentagrama y….William, necesitaremos tiempo para que Kaia pueda transformarte. Yo me encargare de
Soren pero necesito que tu generes una distracción para que Victoria y los
demás estén pendientes de otra cosa mientras Kaia hace lo suyo– El asintió con
la cabeza y abrió la puerta.
- Debra, yo…- susurró mi nombre recordándome lo
que era antes, mi Will. Lo mire en silencio. Su mirada demostró que quería
decirme algo más y sin embargo se contuvo- ten y buena suerte.- se limitó a
decir y me entregó el anillo transportador, aquel que antes había servido de
hogar para Adamis. Asentí.- vendré
por ti en 4 horas. Es lo único que tenemos antes de que Victoria decida verte.
- Esta bien. – dije pensando por unos segundos
que era probable que jamás sabría lo que quería decirme de verdad.
Apenas salió me aliste y comencé a formular
el plan en mi cabeza y repasarlo una y otra vez. Recite las palabras del
conjuro que Adamis había memorizado
del libro de Akom hace ya muchos años para que un Etero se convirtiera en un
Isigo. Comprendí en ese momento por los recuerdos borrosos que tenia, que ella
había tratado de salvar a otro Eter. ¿Qué
paso? Le pregunte dentro de mi. No quieres saberlo. Fue lo único que
respondió. El cuerpo se me escarapelo de
miedo y trate de quitar esos recuerdos borrosos de mi cabeza y me guardé el
anillo en uno de los bolsillo de mi chaqueta, allí donde también estaba el
collar de Carrie.
Pasaron 3 horas y Soren apareció. Nervioso y
algo acalorado. Nos miramos por unos segundos en silencio. No entendía su
mirada, tenia muchos sentimientos encontrados en ella, rabia miedo,
confusión. Por un instante sentí que
había descubierto todo.
- ¿Qué pasa? – pregunté aparentando ingenuidad.
Soren se mordió el labio.
- Victoria quiere que hoy mismo salgas. – mi
cuerpo se tensó.
- Pero quedamos en que no saldría, no quiero
que el collar tome control sobre mi.- hablé. El asintió con la cabeza y me
abrazó con fuerza.
- Yo tampoco quiero, es lo menos que quiero. Me
aterra pensar que después no serás la misma, que ya no serás mía…- susurró a mi
oído. Me alejé ligeramente de el y lo mire a los ojos caramelo. Inhalé una vez
más su aroma, acido ahora. Me di cuenta que podía ayudar a todos los que me
importaban menos a el, por más que lo intentara. Puse mis manos en sus mejillas
y lo acerque más a mi. Quería decirle la verdad.
- Soren…- hable rosando sus labios y con el
dolor que me embargaba, me contuve – siempre seré tuya.- concluí y supe lo que
tenia que hacer.
Lo bese con vehemencia, lo lance a la cama y
me subí encima suyo. Lo seguí besando, como si la vida se me fuera en ello,
sentí como sus manos se introducían dentro de mi ropa y rosaban mi piel
desnuda, haciendo que el cuerpo se me erizara de placer, gemí y… lo hice.
Succioné y sentí como todo mi cuerpo se revitalizaba con su esencia. Abrí los
ojos y mire los suyos, inyectados en pasión hasta que volví a succionar, una
calda mas profunda, mas agresiva. Sentí como sus manos dejaban de tener fuerza
y como comenzaba a inquietarse entonces rápidamente succione una vez mas y esta
vez los ojos de Soren se serraron y sus manos cayeron a los costados. Estaba
inconsciente. Rápidamente me separe de el y arremangue sus mangas. En su mano
derecha llevaba la pulsera de la victoria. La
necesitamos. Habló Adamis y sin
ni siquiera pensarlo se la arranque rápidamente. Su cuerpo se resistió pero ya
era demasiado tarde, luego vi su anillo transportador, aquel que nos había
salvado unas cuantas veces y no fui capas de quitárselo. Hazlo. Dijo Adamis. Negué
con la cabeza y me guarde el brazalete en el bolsillo, toqué el collar de
Carrie, tibio al tacto aun me repugnaba. Lo saque rápidamente y lo deje al
costado de Soren. Eso no podía ir conmigo. Tienes
que…insistió Adamis y después de
minutos se lo quite. Me puse el anillo que Kaia me había hecho en el dedo
anular y guarde el de Soren en el bolsillo. Estaba lista.
No se exactamente cuanto tiempo paso pero al
escuchar las explosiones supe que nuestro tiempo comenzaba a correr. El suelo
retumbo con fuerza un par de veces. ¿Pero que demonios estaba haciendo Will?
Minutos después entró a mi habitación, llenó de polvo, completamente agitado y
con los ojos bien abiertos.
- ¡Tenemos que irnos ya!- dijo y se me acerco.
Ni si quiera presto atención al cuerpo
inconsciente de Soren. Tomó mi mano y en vez de sacarme por la puerta, giró el
anillo transportador. Aparecimos en una habitación muy similar a la mía. Kaia
estaba sentada en la cama y a penas nos vio salto a abrazarme.
- Estaba preocupada.- dijo la muchacha. Estaba
mucho mas flaca de lo normal y realmente muy deteriorada.
- Me alegra que estés viva.- dije y saque
rápidamente el brazalete de mi bolsillo.- a penas conviertas a William,
necesito que te pongas esto.- hablé. Ella asintió y se lo guardo en uno de sus
bolsillos.
- Will, mueve la cama y traba la puerta- dijo
con tranquilidad mientras otra explosión se hacia escuchar. Rápidamente ambos
movimos la cama y vimos debajo de ella un pentagrama hecho con sangre. – ¿de
verdad sabes lo que haremos? – preguntó. Asentí con la cabeza.
- Adamis aun sigue dentro mío, ella sabe. Te guiara.-
hable e hice que William se echara en el piso y dejara al descubierto su pecho,
con el collar en el centro. Como si este sintiera la amenaza comenzó a tener un
brillo verdoso inusual.
- Mierda…- susurré al recordar que
necesitábamos un cuchillo. – necesitamos un cuchillo.- hable. Will y Kaia
sostuvieron una mirada cómplice.
Kaia sacó de su bota una navaja aun manchada
con unas gotas secas de su sangre. Comprendí en ese momento que ambos habían
estado en comunicación y por lo tanto habían tenido sus propias
previsiones. Por alguna razón eso me
molestó.
En ese momento Adamis tomó posición completa de mi cuerpo y comenzó a nombrar
palabras en un idioma que no pude entender. Kaia pareció entenderlo a la
perfección y comenzó a recitar las mismas palabras una y otra vez. El
pentagrama comenzó a tener un brillo color magenta. William cerro los ojos
demostrando dolor. Dio un ligero grito mientras ambas seguíamos recitando las
palabras. El collar comenzó a brillar, las tonalidades eran rojas y negras.
Estábamos a punto de concluir cuando escuchamos su voz y ambas nos quedamos
paralizadas.
- ¡NO! – gritó Soren.- Debra no…-volvió a
gritar mientras empujaba la puerta con todas sus fuerzas, una y otra vez pero
la cama trabada lo detenía.
- ¡Rompe el collar de una vez!- grité con
desesperación mientras veía como la cama estaba a punto de ceder.
Todo ocurrió muy rápido. Kaia rompió el
collar con la navaja en el mismo instante que Soren entraba a la habitación. El
anillo preso en el collar y el que mantenía con vida a William salió volando a
un costado por la presión ejercida al romper el collar. En cámara lenta pude
ver como caía debajo de la cama. Muy lejos para que pudiera alcanzarlo sin que
nos atrapara. Yo no actué, si hubiera tenido posesión de mi cuerpo, hubiese
tomado el anillo, fue Adamis quien
tomó la decisión que condenaría a Will. Tomó la mano de Kaia, la puso en el
pecho de Will y simplemente giró el anillo.
- ¡No!- grité entendiendo lo que pasaba.- ¡Will
no!- grité una y otra vez mientras el portal nos llevaba a la fortaleza. –
¡Will!- volví a gritar mientras a cada segundo el anillo se alejaba de el.
Caímos en una loza fría, muy familiar. La
estancia estaba oscura pero sabia donde estábamos. Tome el control de mi
cuerpo, aparte de un manotazo a Kaia y comencé a sacudir el cuerpo inerte de
Will.
- ¡Will!- grite una y otra vez.- Will - volví a
gritar con fuerza pero sabia lo que estaba pasando. A pesar de nuestros
intentos, si el anillo estaba lejos no había nada que pudiéramos hacer. – no
Will…por favor, no me dejes…- susurré con dolor y rabia.
Las puertas se abrieron después de mucho
tiempo, dejando entrar la luz. Personas entraron con candelabros, alertados por
mis gritos pero no me importó. Lo único que quería era despertar a Will.
- Debra…- habló una voz familiar. Alguien me
tomó de la cintura y trató de alejarme de Will.
- ¡No!- grite con rabia, luche para que me
soltara pero esa persona nunca aflojó. Me sacó de la estancia en el mismo
instante que entraba Akom, viejo y cansado, ni si quiera podia mantenerse mucho
tiempo en pie. Nos miramos por unos segundos hasta que se perdió dentro de la
sala.
Mi cabeza daba vueltas y ni si quiera sabia
como me podía mantener en pie. Daba golpes por todos lados para alejarme de mi
opresor mientras mi mente borrosa no hacia mas que recordar a Will. Las personas por las que aun seguía con vida
estaban muertas…todas. Mamá, Carrie, Will, todos muertos.
- Te odio, Adamis,
te odio– dije llena de rabia. Kaia…-
susurro ella tratando de excusarse. Tratando de decir que su vida era mas
importante que la de Will.
- ¡NO! - Grite fuera de mi. - Vasta de pensar siempre
primero en los demás, ¡has matado a Will, lo has matado!.- dije y no me importó
si mi opresor aun me tenia entre sus manos – ¡sal de mi cabeza, sal ahora!-
grité una vez mas y sentí como toda la rabia y fuerzas se me iban. Los pies
dejaron de servirme por unos instante, quien me agarraba lo comprendió y ambos
nos sentamos en el piso.
- Por favor, Debra…tranquilízate.- dijo con la
voz baja. Levante la mirada y vi a Alaric, aun sosteniéndome en el piso.
- Suéltame.- hablé con frialdad. Alaric
titubeó.- ahora.- volví a decir.
En ese instante Alaric me soltó, la rabia que
se había ido, regresó con mas fuerza, consumiéndome por dentro. No lo pensé,
tan solo gatee para alejarme de Alaric y cuando ya estuve lo suficientemente
alejada yo solo miré mi anillo y lo giré. Fue un segundo en el que ni si quiera
Alaric pudo darse cuenta de lo que estaba ocurriendo pero yo lo tenia muy
claro. Victoria tenia que morir. Ella los había convertido, ella era la
culpable de todo lo que estaba ocurriendo. De que mi hermana hubiese muerto y
de que ahora Will estuviera tendido en esa habitación sin vida.
Aparecí en un abrir y cerrar de ojos en la
sala principal. Las paredes estaban derrumbadas y del techo se colaba muy poca
luz, mostrando montañas de escombros. Donde estaban los tres
portales ahora no había mas que rocas caídas.
Will... pensé con tristeza, ¿cuánto tiempo había llevado planeando todo
esto?. Gritos, golpes y gruñidos hicieron que me diera cuenta que no estaba
sola. Rápidamente y a gatas me escondí detrás de los escombros. Lo primero que
vi fue como dos de los perros de Soren atacaban a un par de Eteros. Se escuchó
el desmembramiento de sus extremidades, el crujir de sus huesos y sus gritos
desesperados antes de que todo se volviera silencioso por unos segundos. ¿Qué estaba pasando? Se escucho la riza
de Soren. Inhalé fuertemente y sentí su aroma tan asido que sentía un escozor
en la nariz. Había terminado de convertirse….todo era mi culpa. Estuve a punto de salir cuando escuche los
gritos desgarradores de una mujer. Vi de reojo como una mujer con vestido
blanco hasta el piso y cabellera larga y rubia se arrodillaba ante los cuerpos
desmembrados de los dos muchachos.
Victoria. Sabia que era ella pero jamás me la imagine de esa manera. Las
lagrimas caían de sus ojos con dolor mientras trataba de recolectar los
miembros de esos dos Eteros.
- Ahora dime o seguirán muriendo.- habló Soren
y comenzó a caminar, acercándose a ella. La mujer volteo y dejo ver su hermoso
rostro. Labios rojos, piel muy clara y ojos completamente negros. Sus facciones
demostraban rabia y dolor.
- Jamás.- habló Victoria.
Soren suspiro. Chasqueo los dedos y otros dos
perros aparecieron trayendo a dos Eteros mas. Ambos tenían medio cuerpo dentro
de las fauces de los perros y sangraban tanto que parecían ya muertos. Me tape
la boca para evitar lanzar algún alarido de horror. A pesar de taparme Soren me
sintió.
- Debra sal.- habló el mientras miraba en mi
dirección.
Sentí como Adamis se retorcía dentro de mi,
quería protegerme pero yo ya no quería nada de ella, la enterré en lo mas
profundo de mi ser y la deje allí, en medio de la oscuridad. Me arme de valor, Me
pare y lo vi. Seguía siendo el mismo ante mis ojos, el chico alto de hermosos
ojos dorados. Camine hacia el sin miedo
alguno. No le quite la vista hasta llegar a unos dos metros de el y de sus
perros monstruosos. Victoria me miro con estupefacción mientras su cuerpo
seguía paralizado en el piso. Entonces tuve sentimientos encontrados, una parte
de mi quería hacerla sufrir hasta que muriera en su propia agonía y la otra al
verla de esa manera tan deprimente solo sentía pena por esa mujer que parecía
querer a sus Eteros como hijos. Suspiré y mire a Soren.
- Regresaste.- habló y dio dos pasos hacia mi,
olvidándose completamente de Victoria por unos instantes..
- Siempre tuya.- le dije en un susurro. Soren sonrió
con tristeza y negó con la cabeza.
- No quiero que veas esto.- habló. - No eres
mala Deb, por mas que quiera, tu no me perteneces y no puedo dejar que veas en
lo que me he convertido y en lo que estoy a punto de hacer.- tome aire y
observe a Victoria.
La líder mas temible, la persona que durante
mucho tiempo me dio miedo, ahora estaba sometida ante Soren, el chico que me
salvo y que aun a pesar de todo lo que le había hecho seguía protegiéndome.
- Ya no pertenezco a ningún lugar. – susurré,
deseaba quedarme con el porque ya no había lugar para mi con los Isigos, ya no
le pertenecía a nadie.
El negó con la cabeza y acortó el espacio que
nos distanciaba. Victoria quiso moverse y Soren tan solo les lanzo una mirada a
sus perros para que estos gruñeran he hicieran una barrera entre nosotros.
Acarició mi mejilla y no pude evitar cerrar los ojos. ¿Cuándo esto se había convertido en mas que deseo? me dio un beso en la frente, rápido y ligero.
- Regresa con ellos.- susurró y cerró mis manos
con cariño. – yo me encargaré de Victoria. Tu regresa con ellos.
- Soren…
- Hare que pague por todo lo que te hizo- habló
el. Aspire su esencia. Acida. Sabia que también quería algo mas pero no quise
preguntar.
- Perdón. –
le suplique, el negó con la cabeza.
- Puede que no lo entiendas pero lo que siento
por ti es mas grande de lo que podrías imaginar. Desearía odiarte por lo que me
hiciste pero simplemente no puedo.
Lo abrase con fuerza. Aspire nuevamente su
aroma y le creí. El jamás me haría daño, podía estar destinado a las peores
cosas en este mundo pero el jamás me haría daño. Me aleje ligeramente de el y
me quite el anillo que antes había pertenecido a Adamis.
- Prométeme que la mataras.- le pedí y le puse
el anillo en la mano derecha. Cerré sus dedos con ambas manos. El vio primero nuestras manos unidas y luego
mis ojos.
- Te lo juro. – asentí.
- Adiós Soren.
- Adios Deb…
Me aleje de el y metí mis dedos en mi
bolsillo izquierdo. Aun su anillo transportador estaba allí. Lo metí en uno de
mis dedos y simplemente lo gire. Lo ultimo que vi y escuche fueron los ojos de
Soren y el grito de Victoria lleno de rabia. El corazón se me estrujó lleno de
una sensación extraña. Sabia que seria la ultima vez que los vería y estaba
aliviada por Victoria pero demasiado triste por saber que ya no vería a Soren.
¿Estaba tomando la decisión correcta?
Fuera o no fuera lo correcto ya había girado el anillo.
Aparecí en la sala de los Isigos, ahora con
candelabros encendidos, se podía ver todo, estaba completamente vacía a excepción
de Alaric, parado justo frente a mi. Nos miramos por unos segundos. Sentí en ese momento como las fuerzas se me
iban por completo, todo había acabado ya. Las piernas se me doblaron y cuando estaba a punto de caer de rodillas,
Alaric me sostuvo. Mire sus ojos grises, mi dolor reflejado en ellos y no
aguante más. Llore, las lagrimas comenzaron a caer por mis mejillas sin poder
evitarlo. Los Isigos no pueden llorar.
Pensé por unos segundos pero las lagrimas siguieron cayendo. Lagrimas de dolor,
de rabia, de angustia. Alaric se quedo estupefacto por unos segundos y luego a
pesar de verme llorar me abrazo con fuerza.
- Estoy aquí – fue lo único que dijo y se quedo
en silencio. Dejó que ese mar de lagrimas que había estado guardando por tantos
meses saliera, no pregunto solo me mantuvo en sus brazos y dejó que todo lo
malo se fuese de mi.